MARGINALES Y MARGINADOS EN EL USO DE LOS LUGARES COMUNES

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¿Por qué los marginales de la clase media no ocupan los espacios comunes que le corresponden en sus barrios? Con tal abandono van dejando que los otros ocupen los lugares de sus vecindarios. Estos marginales están atrincherados en sus miserables apartamentos; como conquista de un espacio privado que nadie les disputa. Solo saben hacer uso de sus espacios de resguardo, el resto de pierde por su apatía social.

Hay por parte de los marginales de clase media un rechazo a ser vida de vecindad, a mezclarse entre ellos, se comportan como si fuesen unos apestados. Estos marginales de la clase media son unos remilgados con respecto a la calle; debe ser que les parece vulgar jugar futbol en la calle o echar una partida de chapita o de pelota de goma. En lo que respecta al uso del espacio común son flácidos y macilentos. No cabida para el roce.

Por el contrario, la actitud en los barrios es lo opuesto. Allí la gente anda para arriba y para abajo haciendo uso intenso de su barriada; aprovecha el espacio común al máximo, los cuales están en permanente ocupación. Las calles y las veredas son sitios de uso. Sin miedo alguno utilizan lo que les corresponde, es decir, la calle, las canchas, las plazas…

En el barrio la vida está afuera, en eso que es común a todos. En el uso del espacio común éstos son posesivos e intensos. Todo lugar es ocupado, es apropiado. Se podría pensar que es porque falta el televisor, el computador o cualquier otro aparato de este tipo, pero no es así. Lo que sucede es que existe otra visión del lugar común, la cual no es ni elaborada ni consciente. Solo es fáctica. El roce es intenso.

En el barrio se juega, se habla, se oye música… se disfruta y se apropian de las plazas, las calles y de cualquier otro lugar común del sector. Elaboran los lugares. Por el contrario, los marginales de la clase media hacen lo mismo, pero en lugares instituidos, formalizados por otros. En espacios que le son dados. Que, en última instancia, son lugares de resguardo como sus apartamentos. La producción del espacio no existe en la clase media, en esto son improductivos.

Los marginales de la clase media juegan futbol, pero en canchas construidas para ese fin, igual es con el beisbol. La música la oyen en su apartamento o en lugares formalizados, e incluso los salones de fiestas que poseen algunos edificios de clase media muy raramente se utilizan. No se debe molestar al vecino, pero no es por el vecino sino porque será mal visto si hace escándalo. Recordemos que la vivienda es concebida como un lugar de resguardo y eso se tiene que preservar.

Hay por tanto, en la clase media, una separación tajante entre vivienda y vida social. La vida que corresponde al ámbito de la vivienda es una, la de la vida social es otra. Están separadas. En parte esto determina que dentro de lo que es la esfera de la vivienda no se acepten los usos de la vida social, éstos quedan apartados a otro ámbito y allí deben realizarse. Es la escisión de la vida privada y la social.

Tal vez esta separación influye en que el vecino no existe como ser social. El vecino es un algo que está ahí, no un sujeto con el cual compartir. Para compartir existen los amigos, que por lo general no viven en el mismo edificio. Los vecinos no son amigos, son otra cualquier cosa. Son algo que se debe soportar, un mal necesario. Algo con que se encuentran momentáneamente en el ascensor. Y por decencia se le dan los buenos días, sin mirarle a la cara ni hacer otro tipo de contacto.

En el barrio el vecino existe, es real. Incluso puede convertirse en enemigo, pero eso sucede por el mismo roce social. El vecino es alguien al que se le puede pedir ayuda, a quien se molesta. La vida social y la vivienda ocupan un solo ámbito, ambos están interrelacionados. ¿Es por la necesidad económica? Puede ser. Sin embargo, es una realidad permanente, las vidas se inmiscuyen unas con otras. La latencia siempre está presente.

Las convivencias y las interrelaciones sociales se estudian en el barrio, no en los arrabales de la clase media. Los individuos de clase media son, en este sentido, marginales; se marginalizan a sí mismos y entre ellos, y lo hacen con orgullo. Por eso, cuando tienen un percance en la calle y son auxiliados por desconocidos, hablan de ese hecho como algo extraño, como de algo que todavía sucede en un periodo en desaparición. Cuando lo cierto es que el auxiliarse unos a otros en la calle es algo muy común.

En medio de estas diferencias del uso de los lugares comunes ha sucedido, en estos últimos cuatros años, en Caracas el fenómeno social que los marginales de la clase media han perdido los lugares del vecindario del cual no hacen uso. Ya que han sido desplazados y ocupados dentro de sus propios límites por sus pares los marginales de los barrios.

La causa de esta ocupación se debe a la dificultad de encontrar alimentos, productos básicos y medicinas en cualquier sector de la ciudad. Por lo que la gente de los barrios ha tenido que ir a los lugares naturales de la clase media a buscar tales productos y allí se han instalado. Han hecho presencia en estos vecindarios a los cuales casi nunca o nunca iban. La necesidad los ha llevado a trasladarse a estas zonas y como éstos ocupan de manera natural el espacio en el cual se encuentran, eso han hecho.

La circunstancia económica ha hecho que este des-encuentro se haya producido, no sé si ha producido algún estudio sociológico del mismo. Es muy común ver las colas de las personas de los otros barrios en los supermercados o farmacias-bodegas a la espera de lo van a vender. Esto ha producido la ocupación de los lugares de la clase media, tampoco sé que sentimiento ha generado esta entrada en tales espacios. Tal vez, haya optado el marginal clase media en refugiarse a mayor resguardo, como es su actuar natural.

No sé si se ha dado un encuentro entre ambos marginales de tales clases sociales. Lo cierto es que a ambos la situación económica los ha llevado a mirarse a la cara, aunque sea de soslayo. Debe haber resistencia por parte de los ocupados, al verse acometidos a diario en sus lugares vecinales. Cosa que es natural cuando alguien ocupa el lugar de otro. Aunque, como hemos señalado antes, el clase media no ocupa sus lugares comunes.

Los marginales de clases media no se mueven hacia los lugares de sus pares del barrio, ya que esos sitios le están vedados por el miedo. No tienen capacidad de ocupar el lugar de los otros, de compartirlo. La clase media no tiene praxis del lugar común. De allí, en parte, su imposibilidad social, su dificultad de salirse de su hacer y de su sí mismo social. El clase media excluye y se excluye, siempre muestra una actitud defensiva; el otro una actitud agresiva. Ambas son actitudes de miedo.

El clase media está al margen del lugar común de allí le viene su marginalidad. Vive una situación de marginación, de aislamiento; donde falta la relación con la materia de lo social, donde escasea la integración colectiva. Por ello su permanente actitud marginal y de su miseria colectiva. Por eso requiere del lugar instituido y conformado. El otro se lo apropia a la fuerza o a su gusto. Son dos formas de ver los lugares y sus acciones en él. Uno es protagonista, el un apartado.

Referencias:

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