EL COBIJAR, EL REDUCTO DE NUESTRA PERMANENCIA TERRENAL: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

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“Altísimo señor. No te preocupes por el pan nuestro de cada día, porque para eso somos hombres. Pero no nos dejes sin el sueño de cada noche, porque sin él nada somos”

Facundo Cabral

 

Este escrito no tiene la pretensión de exponer ideas sobre la fabricación de los hilados ni sobre la técnica de los tejidos, ni dar reglas sobre el hacer del arte textil. Intentamos decir algo sobre el cobijar cuya acción es protegernos del mundo, esto es, proteger nuestros sueños. Como apreciamos el cobijar es un resguardo, que en última instancia es la protección de nuestro ser.

 

El presente escrito fue la base de la charla dictada en el marco de la exposición «Tramas Andinas, tradición e innovación en la colección de textiles de Barbara Brändli», en la Sala TAC del Centro Cultural Trasnocho en agosto del 2018. Las imágenes corresponden a los textiles de la colección.

 

¿Qué es este proteger? ¿En qué medida este proteger pertenece a nuestro morar y construir en cuanto existir? Nos preguntamos al respecto.

 

A nuestro existir llegamos por medio del proteger. Es decir, de protegernos a nosotros mismos. Aunque previamente, a este proteger propio, otros han cuidado y protegido de nosotros, por ejemplo, la madre que cobija al niño. O posteriormente, cuando en el momento que somos sujetos desvalidos el hijo que cobija a su anciano padre.

 

Al protegernos y al proteger a otros construimos nuestra morada. Aunque ésta no sea en sentido físico, es decir, una edificación arquitectónica. Porque nuestra morada es principalmente nuestro propio ser, cuyo morar consiste en lo que los antiguos griegos denominaron «el cuidado de sí». Podríamos decir,  en este caso, «el cobijarnos a nosotros mismos».

 

No obstante, todo cobijar no es nuestra protección. Por ejemplo, el cobijo del otro, el textil exhibido en el museo; la tela que ocasionalmente utilizamos para cubrirnos. No obstante, todos ellos están en la región de nuestro habitar y existir. Porque son parte de nuestro ser en el mundo, en sentido amplio.

 

Todos sabemos que nuestro existir va más allá de estos hilados. Por otro parte, existir no se limita a tales prendas. Quiero decir que no existimos por ellas ni estamos en ellas. No obstante el cobijar nos alberga, y aunque no existimos en él como objetos sí existimos como significados.

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Tener donde cobijarnos es algo tranquilizador y reconfortante, siempre lo ha sido. Pues, la ciudad, la calle, la casa nos permiten un alojamiento; éstas pueden estar bien organizadas para facilitar nuestra vida, pueden ser deseables y estar abiertas a la vida. Pero, en verdad, ¿nos garantizan que acontezca el cobijo que necesitamos?

 

Por otra parte nuestras acciones están determinadas por el protegernos, en la medida que nos sirven para el cobijo. En este sentido, el cobijarnos es el fin que perseguimos en nuestro existir. Existir y cobijarnos están unidos uno con respecto al otro, no es posible separarlos. Uno se da con el otro.

 

El existir es ya en sí mismo cobijarnos, esto es, «cuidar de nosotros». Como apreciamos no son dos actividades separadas, pertenecen a un mismo hacer. Cobijarnos es existir y existir es cobijarnos. De esta manera, vamos tejiendo nuestra vida particular y social.

 

Nos comportamos, por lo general, como si fuésemos dueños de nuestros tejidos. Cuando en realidad, son nuestros hilados los dueños de lo que somos. No darnos cuenta de esto es lo que nos hace triviales y nos saca del centro de nuestro pensar-hacer. Nuestros tejidos nos poseen.

 

Que nos preocupemos solo por la corrección en el vivir está bien. No obstante, esto no nos sirve de mucho mientras nuestro vivir sea un medio para mostrarnos. Porque es necesario tejer nuestro vivir para y en un existir; ya que éste nos asegura a aquel pero aquel no nos asegura éste.

 

¿Qué significa proteger? Hemos señalado que éste corresponde «al cuidado de sí», del cual viene nuestro existir. Lo cual nos permite habitar, permanecer, tejer nuestras relaciones intrapersonales e interpersonales. Pues este tejido, nos permite vivir en nuestra proximidad y en la proximidad con los otros. Porque en todo tejido cada hilo mueve a los otros. No somos un cobijar aislado.

Rafael Briceño Sierralta

 

Debemos estar atentos al pensar-hacer en el tejer de nuestro cobijar, porque cuando hablamos de cobijar nos imaginamos algo mullido, cálido y amigable. Además, nos representamos una forma de estar juntos con muchos otros; ya que laboramos aquí y nos cobijamos allá. Hacemos muchas actividades y pensamos que al final del día podremos cobijarnos.

 

Tejemos nuestros días a través del tiempo. Y en ese tejer vamos configurando nuestro habitar en el mundo, en los otros y con nosotros mismos. Al tejer la vida vamos tejiendo sueños que están por venir, sueños en potencia diría Aristóteles. Sueños que se harán posibles en nosotros y en otros. Muchas veces enredamos los hilos para que otros sueñen en ellos, pero debemos tener cuidado para que estos sueños no se conviertan en pesadillas.

 

En nuestro tejer ¿Qué vamos tejiendo? Tejemos lo que somos y lo que vamos a ser. Hilamos la manera en la cual somos en esta tierra, entre los sujetos. Trenzamos nuestro presente y nuestro mañana. Es decir, hilamos nuestra historia, nuestra memoria. Lo que somos.

Rafael Briceño Sierralta

 

Tejemos nuestro estar y nuestro ser. En este aspecto, somos en la medida que entretejemos nuestro cobijo y el de quienes nos acompañan al cuidar de lo que somos. Este tejer necesita también cultivar lo que los otros son y de lo que somos. Porque recordemos que también los sueños, la esperanzas, los anhelos se cultivan así como se hilan.

 

El cobijar en el sentido de abrigar y cuidar es la forma de construir por la experiencia cotidiana una cultura; es hacer lo habitual, lo cotidiano, lo de cada día. Porque al cobijar, cuidamos y construimos el reducto de nuestra permanencia terrenal.

 

Nota: El presente escrito fue la base de la charla dictada en el marco de la exposición «Tramas Andinas, tradición e innovación en la colección de textiles de Barbara Brändli», en la Sala TAC del Centro Cultural Trasnocho en agosto del 2018. Las imágenes corresponden a los textiles de la colección.

 

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