Simón Bolívar El Libertador fue, después de la Segunda República, un estratega militar extraordinario; un republicano a carta cabal; amó a Caracas y con ella a Venezuela como ninguno lo hizo; hoy diríamos que fue un gerente asombroso para manejar todos aquellos problemas que se iban presentando; poseedor de la gloria imperecedera y eterna de la República. Con todo esto, nunca fue un líder social. Fue eso sí, un aristócrata o mantuano revolucionario.
Desde el 1811 hasta la muerte de El Libertador hubo tres líderes sociales. Éstos fueron: Francisco de Monteverde quien aniquiló la Primera República; el Taita Boves quien arrasó la Segunda República; y el catire Páez, republicano por los cuatro costados, quien acertadamente separó a Venezuela de la Gran Colombia por ser un proyecto inviable como ha sido demostrado hasta el presente; a este último Chávez Frías trató de desprestigiar hasta más no poder con su verborrea vacua y difamatoria.
Llamamos líder social a aquellos tres que durante la Guerra de Independencia pudieron comandar las huestes de pardos, negros, aborígenes y a cualquier otro resentido contra la casta de los mantuanos y de aquellos blancos que concibieron la Independencia, por no sentirse identificados con ellos. Estos líderes fueron los que ya hemos mentado. Y esto no lo hizo EL Libertador.
Por esa condición de líder social que tuvo el catire Páez es que Bolívar siempre lo consultó y lo dejó encargado para los designios de la República establecida. Pues, era el contenedor natural de todo aquel hervidero social que la República contenía en sí. El Libertador, por el contrario, fue un líder de generales, de republicanos y demócratas, de aquellos que se plantearon y llevaron adelante el proyecto de Independencia, y aunque arreó el ejército hasta el Alto Perú nunca fue un líder social. Eso no estuvo en su perspectiva, lo que sí hizo fue evitar la guerra civil que los líderes sociales podían provocar.
Ese Bolívar populachero, que tanto quiso reivindicar Chávez Frías con su propagandismo demagógico que lo caracterizaba, tal vez venga del culto al Libertador desarrollado a partir del gobierno de Guzmán Blanco. Donde los sentimientos populares se dirigieron hacia la figura al Libertador promovidos por el gobierno de forma más disciplinada. La figura de Bolívar se transformó en un culto para el pueblo y se presentó a éste como un demócrata, un revolucionario, un guía moral y un católico.
A partir de 1998, Chávez Frías le asigna al Libertador el carácter de socialista y populista. Esta nueva forma del culto a Bolívar se emplea como una ideología conveniente para los fines del llamado socialismo del siglo XXI, sin respetar siquiera el pensamiento básico de Bolívar. Para lo cual se inventó esa nueva figura del Bolívar populista y del Bolívar socialista convirtiendo al Libertador en el patrón de sus políticas y distorsionando las ideas de éste.
La demagogia de Chávez Frías se apropió de las ideas bolivarianas que le servían a sus propósitos, al encontrar en éstas una herramienta jugosa para legitimarse políticamente, a ellas se aferró para embolatar al pueblo con el hechizo del Libertador. Lo convirtió en lo que quiso, menos en lo que es.
La verborrea demagógica y manipuladora fue utilizada para los fines personales, sumando a ésta el culto a Bolívar iniciado desde Guzmán Blanco y reforzado luego con las Sociedad Bolivariana, todo esto se convirtió en un pastiche indigerible, con la anuencia de historiadores adeptos y sumisos al barines. La deformación de Bolívar ha sido aberrante.
El demagogo de Barinas mezcló diferentes elementos a su antojo para crear esa deformidad histórica que vendía como Bolívar. Incluso, bautizó la República de bolivariana haciendo desaparecer al resto de quienes contribuyeron a la construcción de la misma. El difunto se ofrecía con un bolivariano, siendo apenas una mala imagen cosa.
A mediada que el recuerdo del difunto se va borrando, el simplón discurso sobre El Libertador se va silenciando. Éste a de desprenderse de toda esa rémora que la doctrina pseudo-socialista le puso encima. La deformación y simplificación de la historia republicana solo puede servir a un pensamiento mondo, tal como se ha visto.
La traición histórica a la figura de Bolívar siempre se pagará con la degradación. Ante la infamia cometida para con la historia republicana cabe aquella expresión gitana dedicada a las traiciones de amor «mala puñalada te den»
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