LOS TREINTA LITROS

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—Compai ¿vio que la misia de Barquisimeto aplicó la regulación de solo 30 litros de gasolina por carro?

—A pues, ya vieron que podían montar otro negocio.

Es que la miseria del pobre les llena el bolsillo a los vivos. Como la gente anda con el agite porque no hay gasolina, entre otras muchas cosas, porque aquí falta de todo para ser sincero. Ya le pusieron el ojo para hacer unos buenos reales con esa necesidad.

Porque mire, esa regulación es la legalización ilegal de la trácala que tienen ahora vendiendo el litro de gasolina en dólares y a cómo les da la gana.

—Pura verdura lo que usted dice. Eso es un matraqueo en esas bombas de gasolina. Ahí todo el mundo está haciendo negocio con el pendejo, y me disculpa la palabra pero que no hay otra forma de decirlo.

—Aunque les duelan los tiernos oídos a los chavecos cuando se les dice la verdad.

La misia les sirvió a los especuladores el negocio en bandeja de plata, como que se pusieron de acuerdo. Que no sería extraño. Porque la vagabundería es lo que campea por estas tierras. A este país no le faltaba la gasolina.

Cómo se explica entonces cuando se llenan el hocico diciendo «tenemos la mayor reserva de petróleo del mundo». Pero no hay gasolina, y viene la otra y pone la regulación esa. Son unos descarados, por eso la gente está alebrestada.

—Es que cuando no es una es otra. Ya lo van a empreñar a uno, no se lo sacan.

—Esa es la idea, tenerlo a uno pisoteao todo el tiempo. No resuelven nada, no hacen nada bueno. Y así andan de boca flojas diciendo que este es el mejor país del mundo, será para hacer negocios ilícitos.

El otro volvió a decir que las cajas esas del CLAP debían venderse dos veces al mes. Si cuando mucho la venden una o dos veces al año, pregunte en cualquier parte fuera de Caracas, haber si le dijo mentira. Eso demuestra que estos chavecos son unos fracasados. Y lo Comité de Abastecimiento y Producción. No sé que abastecen ni que producen.

—¿Y qué pasó con esas refinería que había en este país?

—Le aclaro, ya esto no es un país. Esto es un erial. Y las refinerías dicen que eso es pura chatarra. Que no producen nada, que están paralizadas.

—¿Por culpa del Imperio?

—No le doy por el hocico, porque usted es amigo mío. Déjese de repetir sandeces y póngase serio. Qué imperio ni ocho cuarto, la desidia de estos es lo que ha llevado a que esas refinerías no sirvan para nada.

Ni piojos se produce en esas cosas. Ahí lo que debe haber es pereza y de la buena.  Si no hay producción de petróleo como va a haber gasolina. Una cosa lleva a la otra. Según estos tenemos las mayores reservas, pero guardadas.

Usted no ha leído que la producción de petróleo ya está casi a menos de un millón de barriles, y creo que los chinos se llevan toda esa cosa. Porque no hay manera de pagarles la deuda en que éstos nos metieron con esa gente.

—Eso he leído. Ya los barcos y que se van llenos de aire, porque petróleo nada. Imagino que esos trabajadores estarán de brazos cruzados o jugando fichita para pasar el tiempo.

—Así mismo debe ser. Yo le comenté el otro día que al primo le habían pedido 40 dólares para dejarlo llenar el tanque de gasolina.

—Cierto, eso me contó.

—Hay tiene, eso fue ante de que a la misia se le ocurriera la brillante idea de regular a 30 litros el suministro de gasolina. A la gente le ponen los 30 litros, da dos vueltas y vuelve a parase para que le pongan otros 30 más.

El negocio, eso es lo que les interesa. Mientras la gente esté necesitada de la gasolina, los revendedores tienen las cisternas a la disposición para revenderla.

Lo mismo pasa con el gas, me refiero a las bombonas. En los llenaderos no hay gar para llenar las bombonas ¿Con qué va a cocinar la gente? Por una bombona de las pequeñas ya y que piden 40 mil soberanos. Y estos muy orondos batiéndose una.

Etos son unos buitres, unos carroñeros que viven de la miseria de la gente. Ahí están gordos y rozagantes. Bien cuidados, porque tienen más guardaespaldas que un jeque.

—Esos andan comiendo cochino todo el tiempo. Y los chupamedias diciendo que esto está machete, de maravilla.

—Más de uno seguro que sale alabando la decisión de la misia, pero seguro que ese ni vive en Lara ni tiene carro. Y dentro de poco sale el tipo y dice que la regulación es para todo el país menos para Caracas. Así como hizo con la luz.

Así estamos, y le dijo. Por ahora, apriete.

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LOS CARA LARGAS

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—Vengo de ahí del centro compai. Pero ¡a mundo!, la gente anda con la cara larga, más tristes que perro remojao; chupaos están. Así me verán ellos a mí también.

—No lo dude. Usted como se ve la cara todos los días piensa que no ha llevado lo suyo.

Es que está gente tiene a todo el mundo llevando lo suyo. El que no anda con cara e perro anda más desilusionao que dejao en el día de los enamorados. Es que los chavecos solo se han propuesto eso, a meterle en el cuerpo la desilusión a  la gente. Con esta mamazón la gente anda más triste que un bolero de Julio Jaramillo.

Mire solo tristeza y abandono es lo que han logrado los amarillentos y cuidado usted dice algo porque lo censuran. Nadie quiere oír que le digan eso.

—Así lo dice el día a día. Y cómo que les ha dado resultado. Porque la gente anda viviendo en el pior es na’.

—Y como no va andar desilusionada la gente, si esto parece un cementerio. Unos sale a la calle y todos parecemos unos zombis. Los amarillentos han matado el espíritu de la gente a fuerza de hambre, necesidades y de embustes.

Lo que hay es una desnutrición del alma. La gente se siente entregada, sea de la oposición o estos que se dicen chavecos todavía. Estos últimos no hayan cómo justificar tanta penuria y los otros se la pasan todo el santo día esperando que los vengan a rescatar.

Póngase, si tiene ánimo pa´eso, a oír las declaraciones de cualesquiera de estos chavecos, sea el cooperante o los hermanitos, a uno le tiemblan las canillas de ganas de arriarle una patada por el hocico. Le dicen con bombos y platillos cada mentira gubernamental, que después deben salir a morirse de la risa. Todo está esfaratao.

—Y cómo que son medios supersticiosos. Usted ha visto que a veces el tipo sale con unos callares y no sé que otras cosas arrequintadas. Yo ya no creo en ese cuentico de la revolución. No, que vao.

Esto es la pura decadencia, están más rancios que manteca vieja.

—Además de la oscurana de los apagones, lo que hay es tiniebla y silencio en el ánimo de la gente; uno anda en la fealdad porque estos muérganos lo tratan a uno como si fuese un sirindo.

Son unos tramposos de la palabra. Estos machuchos solo hablan que van a hacer pero no hacen nada, o sino empiezan a echar unos cuentos que ya no tiene ninguna vigencia.

Le dijo la verdad, estos amarillentos solo viven de la carroña de la gentes, son uno zamuros. Le quieren meter a uno gato por liebre cambiando la realidad que uno vive con puras patrañas, para crear la ilusión que estamos bien. Pero cuando las tripas suenan varias veces al día, lo que dicen es estos están condenados al fracaso.

—En la gente lo que hay es desilusión, por tanta mentira y falsedad. Ya no se aguanta. Los chavecos dicen no hay güiro, todo está fino. El problema es en otros países.

Pero que va lo que hay es un erial de desengaños. Por eso creo todo el mundo anda completamente desmoralizao, y no solo los chavecos también los otros porque tampoco le cumplen lo que le prometen.

Lo que quieren es verlo a uno boqueando. Si la gente no piensa es mejor para ellos, que solo repitan ese discurso que apesta a mortadela. Por eso el gentilicio ha perdido la fe, ya no cree en nada.

—Nos tienen enclenques. Uno sale a la calle y anda con la mirada pérdida, nada es claro; todo es indisciplina. Pretenden que desaparezca la fuercita vital de la gente, que todo sea fofo y flojo. Porque así es más fácil dominarlo a uno. Uno anda mansito, como perro apaleao.

¿Usted se  ha fijao que ha menguado la valentía?

—Como no. Y no va a menguar, si dice algo le mandan a los vestidos de negro para que lo aplaquen y le den lo suyo. Pura represión y de la buena.

—Eso para reine la cobardía. Todo está enfermo. Esto es un tiempo de indignidad. Han convertido esto en una sociedad degenerada, todo es estéril. Una nación despoblada de coraje. Solo hay miedo y rabia.

—Es que el terror es grande y lo que busca es el miedo y la cobardía.

—Así es. Andamos asustados por la oscuridad y por la luz, porque nadie confía en el propio vigor. Estos lo han puesto a uno achantao pensando solo en la caja de comida. Han envilecido a la gente. Pero ya les tocará a ellos.

Y le recomiendo: Por ahora, apriete.

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BUSCANDO LA CAJA

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—Compadre, lo vi que llevaba una caja terciá al hombro.

—Así mismo es, seguro que me vio con el amigo Víctor.

—A caramba ese es el amigo Víctor, no lo reconocí. Sí está flaco el hombre.

—Bueno, es que me dijo que está parao, no está haciendo nada porque trabajo de albañilería no hay. Eso me comentó.

—¿Y por qué usted andaba llevando esa caja? ¿Para quién era?

—Para la vecina. La pobre anda con un lumbago y eso no se puede enderezar la mujer.

Y qué medicina se le puede comprar si no hay y, además, con qué si plata hay menos. Alguien le recomendó que se pusiera unas cataplasmas de hojas de yagrumo.

Yo le dije, vecina déjese de eso, no vaya a ser que le dé una urticaria por estar poniéndose cosa raras, o es capaz que usted se mete por ese mote y le pica una mapanare, y ahí se queda lista.

Yo le voy a buscar la cajita, no se moleste yo le hago el favor. Y no me ofrezca nada, que yo tengo un camburito que espero que para julio esté maduro.

Ella me dice váyase como a las ocho de la mañana, que eso fue lo que dijeron. No hay problema a esa misma hora arranco para allá y así hice.

Llegué allá vi a la señora del consejo de la comuna, creo que se llama la cosa. La saludé y me dijo, haga la cola que ya lo anoto. Ahí me paré mientras ella iba anotando a la gente. Me anotó y ahora a esperar que llegara la caja, porque las cajas no estaban ahí y no habían terminado, me dijeron, de acomodar unas mesas para verificar las cédulas en un listado. Hasta ahí todo fino.

Al rato llegó un hombre, y dijo que ya la gandola venía cerca. Que nos iban a llamar por la lista y que fuésemos haciendo colas de 20 personas. Ahí se empezó a torcer la cosa. Porque le dijo algo, hay algo raro en todas esas cosas; aunque la gente tenga la mejor buena intención de hacer la cosa bien siempre se tuerce, eso es una contante. ¿Por qué será eso?

Mal que bien se fueron haciendo las colas. Primero, llamaron a los discapacitados y a las embarazadas. Luego a los demás, pero no era tan ordenado. Y ahí empezó la lenteja, así como aquella película de «zootopia» en que hay unas perezas haciendo trabajo de oficina.

Como había dos muchachas verificando las cédulas. A alguien se le ocurrió que una muchacha iba a llamar a partir de las cédulas que comenzaran por 11 millones. Por supuesto, la gente más joven salió primero que los vejucos. La gente empezó a molestarse.

Yo como no era parte de la solución, tampoco iba  a ser parte del problema. Me quede callado e hice mi cola. Hasta que llegué para verificar la cédula de la vecina, como dos horas o alguito más; creo que tres.

Ya la gandola había llegado y se estacionó en la calle. Menos mal que estaba toldao. Porque después que uno verificaba la cédula se iba a hacer la cola, con un tique que le entregaban, para que le dieran la caja. Nos salvamos que nos agarrara esa pepa de sol.

Hay estuvimos el amigo Víctor y yo conversando. En una de esas me dice: «Mire si esa niña va cargando esa caja sin ningún esfuerzo ¿qué podrá tener la misma? Me entró un descorazonamiento». Le dije unas palabras para que le volviera el ánimo al cuerpo. Nos dieron la caja y nos vinimos como Fernando, un rato a pata y otro caminando. Hay fue cuando nos vio.

—Yo lo vi que venía con alguien, pero no reconocí al amigo.

—Pero me quedé, le dijo, con la curiosidad esa de ¿por qué las cosas siempre se tuercen? Gente que ya tiene tiempo haciendo esa labor y todavía las cosas no le sale redonda.

La gente se molesta, pero tampoco ofrece la ayuda. Empiezan a rezongar y a vociferar, pero no preguntan: ¿En qué puedo ayudar? Molestarse con esa agente de la comuna me parece impropio, esa gente no tiene la culpa.

Porque lo que le voy a decir es lo que yo creo. Mire que hayan pasado estos años y sigan vendiendo esas cajas como si fuesen la solución de la vida es una patraña. Eso lo que muestra es el fracaso de estos manganzones, que el gobierno es inoperante porque no ha sabido solucionar nada.

Lo que trae esa caja antes se compraba, en cualquier bodega, con el salario de  cualquier pata en el suelo. Nada extraordinario era. Eso es una muestra del fracaso de los revolucionarios. La gente está ahí por el hambre y porque los han sometido a pasar hambre para dominarlos.

Los que dicen que en algo ayuda es porque se conciben a sí mismos como muy depauperados, muy acabaítos. Por esos creen que esas cajitas ayudan, pero eso es mentira; si esta es la segunda vez que en este año se las venden. Eso no dura ni una semana.

Y le dijo: Por ahora, apriete.

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LAS MENTIRAS EDUCATIVAS

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—Compadre ¿leyó la noticia?

—A cuál se refiere usted.

—Esa que dice que: «El Gobierno Bolivariano abrirá 50 mil cupos en la Escuela Latinoamericana de Medicina»

¿Qué le parece?

—Que me va a parecer, otra mentira más de estos embusteros.

Es que mienten como unos benditos.

Mire hombre, si en este tugurio bolivariano no hay ni maestros ni profesores porque se han ido, y los alumnos no han vuelto a clase porque no tienen para el pasaje y menos para comerse algo.

Como van a decir estos rolitrancos de embusteros que van a dar semejantes cantidad de cupos.

—Bueno, eso es lo que dicen.

—Es que para inventarse mentiras están pintados. Una más grande que la otra. Los médicos han salido espantados de este subsuelo bolivariano para no morirse de hambre. Y los que quedan cobran en dólares porque no tiene otra alternativa para poder mantener lo que les queda de equipos.

Quién le va creer semejante mentira a estos mentirosos revolucionarios.

¿Usted ha visto algún Barrio Adentro?

—Adentro ¿qué?

—¡Barrio Adentro! Hombre.

—No lo he visto ¿dónde queda eso?

—No los ha visto porque se acabaron. Todos los que trabajan ahí se fueron para su país, porque se acabo la plata para pagarles. Los ambulatorios dan lastima, la caparazón es lo que queda y a poco se derrumban.

En los hospitales el que sale vivo es de milagro. Porque ni una curita hay.

—Así es. Porque la mamá de la comadre murió porque no hubo con qué atenderla. La pobre falleció y no estaba tan mal como para morirse.

—Ahí tiene. En el hospital ese de los niños todos los días es una mortandad. Y no se sabe más porque estos pillos no dejan que las noticias salgan. A todo le aplican la mordaza mediática.

Usted, no ha visto que cuando hay manifestaciones se acaba la cosa esa del internet.

¿De dónde irán a sacar los profesores para esa universidad que mientan? Serán yerbateros que van llevar.

—No sería extraño, porque estos vagabundos hacen lo que sea.

—Lo que sea y más. Eso es mentira. El bigotón dice eso para distraer la atención y decir que ellos sí son buenos y que están preocupados por la gente.

Le repito eso es mentira y de las grandes.

—Yo le cuento, que los hijos de mi hermano no pudieron terminar el semestre este año. Uno porque no había profesores, el otro porque el taita no tenía como darle los pasajes, porque de El Junquito para la Yaguara está  a 1.200 soberanos el pasaje de una sola vía.

Los muchachos perdieron los estudios. Hay andan todos desconcertados.

—Sí a eso vamos, le cuento la hija de un amigo quedó en el último semestre de la carrera, porque la universidad cerró la facultad donde estudiaba la muchacha. ¿Por qué? Porque se acabaron los profesores, el último que quedaba renunció estando en Perú.

¿Qué le parece? Ahora éste cree que uno se está chupando el dedo. No vale.

—Así son todos los cuentos que le echan a uno. En este estero se acabó la educación.

Las maestras van a la escuela a conversar y a ver quién no se ha muerto de hambre. Y eso van las que viven cerca y pueden llegar caminando. Las que tienen que pagar pasaje van una vez en la cuaresma.

—Ahí tiene. Entonces cómo va a decir el embustero revolucionario que está ofreciendo 50 mil cupones.

Entiéndase ofreciendo. Porque todo lo que habla nada de eso se cumple. Años tiene diciendo que «este años será el de la recuperación económica». Será para sus bolsillos.

—Es que estos le han visto la cara de bolsa a uno. Y se la tiene bien montada.

Estoy seguro que ni la universidad esa existe. Está como aquella procesadora de tomate que inauguró el difunto por allá en Barinas, al año pasó y no había ni la cerca. Le vieron cara de pánfilo y lo embolataron con ese negocio.

—¿El pánfilo no es el braguetero bolivariano?

—Ese es el que se quedó con la casa grande que queda por allá en Los Dos Caminos.

—Es verdad que ese pánfilo se acomodó hecho el cara de tonto.

Le dijo que no se esté creyendo tan mentira y embuste junta, que le puede dar una diarrea.

Y le recomiendo que, por ahora apriete.

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LOS DESILUSIONADOS

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Si hay algo en que se han empeñado el madurismo es en crear a los desilusionados. Con su dogma y su práctica, los maduristas han logrado en gran medida convertir al ciudadano en un sujeto desilusionado. Ha sido ésta una práctica diaria y sistemática. En gran parte les ha dado resultado y de ese beneficio viven actualmente.

La casi defunción del espíritu ciudadano se siente cada día. Su fenecimiento se anuncia con bombos y platillos en cada declaración gubernamental. Sin embargo, ese espíritu moribundo es solo un estadio de la órbita política actual. Los maduristas pretenden la descomposición de todo el espíritu de la nación.

Ellos, los maduristas, son una mala alma supersticiosa. De allí, que hayan desembocado en eso que ellos llaman revolución, que solo es  decadencia de una práctica política rancia. Y esta decadencia está envuelta en tinieblas y silencio, en la imperfección y la fealdad de los hundimientos tramposos.

Los maduristas en su decadencia confían en lo pasado. Que como tal ya no tiene ninguna vigencia y ha expedido, esto es, fallecido. Viven de la carroña histórica y ciudadana. Son zopilotes de la vida. El propósito que tienen es el de suplantar la realidad con falsas ideas, para crear una ficticia e ilusión. Por eso siempre están condenados al fracaso.

La empresa madurista va dejando tras de sí un desierto de desilusión. Pues, busca que el ciudadano quede completamente desmoralizado. Busca la derrota de todo intento audaz e idealista, esto es, la muerte de todo sujeto que piensa. Pretende que el ciudadano pierda toda fe espontánea, que no crea en nada. Que sea una fuerza enclenque.

El madurismo tiene la mirada puesta y apuesta a que no exista una fuerza clara y disciplinada. Ni razón ni colectividad ni individuo. Que desaparezcan los resortes vitales, que toda la vida sea algo fofo y flojo. Para que la no-vida sea la creencia que todos los ciudadanos abriguemos.

El madurismo pretende la mengua del coraje viril, para que impere el reinado de la cobardía. Para ello ha instaurado un tiempo enfermo, un tiempo de indignidad. Una sociedad física y mentalmente degenerada. Una época estéril de cosecha humana, una nación despoblada, donde ha disminuido el poder productivo de los sujetos.

El terror general busca implantar la general cobardía, que germina en los intersticios del alma. De esta manera, se termina siendo cobarde para todo, se retorna a tiempos primitivos. Ya que, nadie confía en triunfar ante las dificultades por medio del propio vigor.

Los maduristas buscan que la vida se sienta como un terrible azar, en que los ciudadanos dependen de voluntades misteriosas y latentes; voluntades que operan según los más perversos caprichos. El alma envilecida, entonces, no es capaz de ofrecer resistencia al destino político, y busca en las prácticas más viles los medios para pervivir en voluntades ocultas.

Incapaz el espíritu de mantenerse por sí mismo en pie, busca cualquier tabla para salvarse del naufragio y a alguien que lo ampare. El ciudadano ya sometido es el esclavo que busca un amo. Ya nadie recuerda siquiera los gestos nobles del orgullo y el imperativo de libertad, que alguna vez resonaron en la ciudadanía.

Los sujetos siente el afán de la servidumbre. Quieren servir ante todo a un ídolo, a un muerto. Por ello, el sujeto que mejor cuadra al espíritu madurista, en el ocaso de su absurda revolución, es el del espíritu servil. Pues, éste no conserva esfuerzo suficiente para sostener una actitud digna.

Por el contrario, en tiempo de salud el ciudadano goza de la dosis de valor personal para afrontar honestamente los casos de la vida. El valor se convierte en una cualidad individual. La valentía se torna actitud que le hace frente al poder público que oprime al cuerpo social. En tiempos de salud el alma vigorosa rompe los cimientos de la sumisión contra el imperio de la mentira. La energía individual que es la razón aspira a lo  que siempre es posible.

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CUENTOS DEL METRO

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—Epale compadre ¿Qué hay por hay?

—Lo estaba esperando, porque le quería contar una cosa que le oí comentar a unos muchachos que estaban hablando entre ellos en el Metro. La muchacha y el muchacho se montaron ahí en Plaza Venezuela, debe ser que venían de la Universidad Central.

—Disculpe que lo interrumpa, compadre. Pero esas estaciones del Metro dan miedo. Le van a tener que cambiar el nombre a ese sistema y ponerle otro. No solo miedo sino asco. Todo huele mal, eso parece un albañal. Y pensar que eso era lo mejor que había en este país.

En la Estación de Sábana Grande hay una pared por donde chorrea el agua parejo, todo el tiempo eso es saliendo agua, el olor a meao es insoportable. Las escaleras no funcionan, pusieron unas chinas y ya no sirven para nada. Y afuera en el bulevard, en la entrada este de la estación, hay unas oficinas de PDVSA GAS y ahora agarraron el bulevar de estacionamiento, allí ponen sus carros y no hay una autoridad que les diga nada.

La de Chacaito en estos días se les caen los tubos amarillos de oxidados de tanta orina que tienen, porque eso sí, los hombre para mear donde sea parecen unos galápagos, dentro y fuera de las estaciones se la pasan meando. Y escupiendo por todos lados, a mala costumbre se ha agarrado en esta pobre ciudad, si es que se puede llamar así.

En la estación Propatria las escalera esas no sirven para nada, y eso que hay un letrero que dice «que no se quién diablo revolucionario arreglo esas perolas», como todo pura embuste.

En la de Bellas Artes hay una escalera mecánica que eso tiene como diez años que no sirve, si mal no recuerdo tiene unos cartones para taparla.

Imagínese, que el otro día iba para La Rinconada y me meto en la Estación Plaza Venezuela, por la entrada que da al bulervad. Lo primero que uno se consigue es un pozo de agua inmunda, ahí había una alcantarilla para recoger el agua de lluvia, aquello se esfarató y algún genio le mandó a echar cemento y puso unos centro de piso como para un baño, ya se taparon y lo queda es el charco que le dijo.

Las escalera solo el nombre, alumbrado no hay. Desde que uno entra aquello parece la boca de un lobo. Oscuridad total, ni en una discoteca.

Yo agarro siempre para ir para La Rinconada por el anden de Propatria, en estos días cuando voy bajando para el anden para ir a El Valle, aquella oscurana y yo dije «será que esta cosa no está trabajando», en eso viene un muchacho subiendo y chorree, «me atracaron» pensé.

Bajé las escaleras como palo de gallinero. Bueno, pues, aquello es un desastre, los paneles de las paredes por el suelo arrancados, el pasamano de la escalera también lo han arrancado y el pedazo de tubo que queda ahí está. Suciedad por todas partes.

El vendedor ambulante a sus anchas, como si fuesen los dueños de esa guarandinga.

En la estación de La Bandera no hay una escalera que sirva. Y con tanta gente que va con maletas y maletines pujando para subir o bajar. Todo un desastre y una desidia.

Cada estación tiene su historia de terror, y no lo dijo yo por decirlo. Para que vayan a decir más adelante que soy un lengua larga y un apátrida. Porque para descalificar a la gente, cuando algo no les gusta, no comen cuento.

Las cerámicas de las paredes en muchas estaciones se están cayendo. Los vagones sucios. La gente también es muy sucia, comen en los vagones y dejan botellas, vasos, papeles. Sin contar los vómitos de fines de semana. La gente saca las empanadas o arepas y empiezan a comer ahí dentro del vagón, y si tienen algún papel o botella ahí la dejan de lo más campantes. Ya no hay respeto por nada.

Y además, no hay nadie que ponga orden, las cabinas están solas. No hay empleados. Cuando mucho un empleado por Estación. Se habrá visto eso.

En verdad, que eso del Metro es un desastre. Ojala no se van a derrumbar los túneles. Porque si lo que está a la vista está como está ¿Cómo estará eso para allá dentro? Se imagina el cableado eléctrico eso debe estar todo comido.

Y la línea que iban a hacer por Las Mercedes se quedaron en veremos, la plata se la embuchicaron. Y todos calladitos con ese caso, este es el único lugar del mundo donde no se dice nada al respecto. Ni se mienta. Y cuidaíto usted sale de boca floja y mienta algo, porque el pellejo se lo arrancan. Lo del brasileño no se mienta.

Tengo tiempo que no voy pa´Petare, pero cómo debe estar esa estación que la usa tanta gente. Si Capitolio está inservible, que está en todo el centro ¿cómo estará Petare?

Y perdone compadre, es que a uno le da calentera con tanta indolencia y desidia de estos mostrencos ¿Qué es lo que usted me iba a contar?

—Le iba a contar sobre la dialéctica del amo y el esclavo que le oí mentar a los muchachos. Pero otro día se lo cuento con más calma, que usted no esté tan ofuscado.

Por ahora, apriete.

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LA CAJA CLAP Y LA GASOLINA

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—Se enteró compadre.

—¿Qué nuevo asunto hay ahora? ¿Otra desgracia más?

—Bueno, más o menos. Ahora dicen que la caja CLAP es a 2.500 soberanos. Si ya todo el mundo la pagó 12.500 soberanos.

Mire, la noticia dice así:

“el precio fijado para la caja de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), es de 2.500 Bolívares soberanos, esto incluye el tema de transporte y logística”

Textualmente y agrega:

 «porque se tiene ese precio en Caracas y el resto del país varia el precio, “eso depende del estado, por ejemplo Caracas está casi al lado del Puerto de la Guaira, a diferencia de Ciudad Bolívar, el Zulia o el Táchira»

—Quién entiende esto. Le están cobrando a la gente por la mocho caja esa 12.500 y ahora que todo el mundo ha hecho la transferencia dicen y que son 2.500, para la capitar. ¿Es que acaso la gente en los demás estados están boyantes y buchones?

Los de Caracas son más lindos acaso que el resto del país, que se están mamando los apagones a cualquier hora. O será que van a enviar las cajas para el resto del país en taxi y directamente a la puerta de la casa. Son unos vagabundos estos mequetrefes.

Siempre andan asustados con la gente de Caracas. Si el gobierno estuviese en Maracaibo seguro que allá no faltaría la luz, ni el agua y hasta daban la caja gratis. Como aquí tienen a los barrios a pata e mingo le dan de todo. A diablo, que gentecita esta.

—Así es. Esto está igual que con la gasolina.

El comercio que están haciendo los verdes es de primer mundo, a precio internacional la cobran. Al primo le pidieron 40 dólares en efectivo para dejarlo pasar de una; al otro le pidieron 20 mil soberanos por litro y al hermano a 5 mil el litro.

Y PDVSA dice que el país se está ahogando en gasolina. Si las colas son del tamaño de la Francisco Fajardo, van de Caricuao a Petare. Y por varios días, porque la gandola llega cuando le ronca.

—Ahora la caja tiene diferencia de precio, porque seguro que la gasolina sale muy cara para llevar los carbohidratos.

Mire es que la vagabundería campea a siniestra y siniestra, porque estos son de izquierda.

—Cobraron hace día la caja y todavía no aparece. Seguro que viene en las gandolas de la gasolina.

Esto no se aguanta. La mamadera de gallo es mucha.

Como la tarifa de la caja la ponen como les da la gana, no se extrañe que en estos días también la cobren en dólares y en efectivo. Porque los soberanos ya les dan asco.

—A bueno, y lo de la gasolina no se diga.

Mire mi cuñao me dijo «Acompáñame a echar gasolina». Sin problema le dije yo, pensando que el hombre iba a pasar a eso de las diez de la mañana.  A la una de la madrugada se apareció el hombre para hacer la cola.

Lo primero que dijeron fue y que llegaba a las once de la mañana; después que llegaba a las tres de la tarde. No llegó nada, y ahí fue cuando leí que PDVSA decía que lo la gasolina era un «fake news», porque ahora esos marginales lo que hablan es en inglés. No quieren hablar en español, para que nadie les entienda las mentiras.

Estábamos con los ojos claros y sin vista del hambre y esa maraca de sol. Como le dije no llego ningún camión de gasolina, y los verdes con los colmillos largos tratando de hacer negocio con el pobre. Porque dígame, yo no creo que el cooperante vaya a hacer cola, o el ministro tal o el diputado constituyente cual.

Usted, ¿Alguna vez usted ha visto a uno de esos bichos haciendo alguna cola? Dígame. Nadie los ha visto, porque esos no hacen cola nunca. Están metidos en aire acondicionado bien fresquitos, y el miserable llevando rosca en la calle.

Y cuando regresé a la casa, lo primero que me dice la mujer fue «Y estabas en la playa» no se la menté, porque la suegra pasó el páramo porque no se le consiguió la medicina para la tensión y ahí quedó.

—Usted sabe que de alguien tiene que vivir el vivo.

Siéntese a ver la televisión y verá que aquí no pasa nada. Todo lo que muestran se ve lindo y arreglaito. Usted los ve bañaitos y perfumados. Esos no sudan.

—Mire con eso de la gasolina y de la caja CLAP es para que a más de uno le de un infarto. Y al que no le da es porque Dios es grande, pero apuntico está.

—Ahorita anuncian el bono del burro zurdo, y con eso aguantan otros días más. Pero el caldo está morao, le dijo.

Y por ahora, apriete.

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ADELANTO DE ELECCIONES

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—Compadre, vio que el tipo ya habló de adelantar las elecciones.

—Por hay vi. Otra trácala más. Como están con el agua al cuello, ahora se lanzaron con esa de las elecciones adelantadas.

Ya nadie les cree. Más falsos que un billete de siete, decían denantes.

—A lo mejor les sale buena esa parada.

—Buena o mala. Ya nada de eso sirve.

A esto lo llaman el Titanic, lo que va es buscando fondo y sin esperanza de salir aflote nunca más.

—Pero, esa gente sabe lo que hace.

—Bastante con mucho, es lo que saben. Después van a tener dos Asambleas para ellos solos. Se irán a pagar salario doble, porque usted puede estar seguro que van a ser los mismos de siempre. Que, además, nadie sabe quiénes son.

Los desconocidos los llaman.

Dígame esa constituyente, más inservible no puede ser. Ya va como para no sé cuanto tiempo escribiendo los mis artículos de alguna constitución, y nada que les sale. Debiesen purgarse.

—Esos si se están ganando la plata fácil. Les dieron ese carguito de diputados de no se sabe qué, y a cobrar se ha dicho. Es lo único que hacen. Deben ganar una boloña, porque ninguno renuncia para hacer algo útil.

—Cómo van a ser algo. Si lo que no sirve y esos son lo mismo. Constituyentes de la nada. Ahora y que se la van a pegar hasta las hallacas del 2020. Ni tontos que fueran, cuando se vaya acercando diciembre de ese año, van a decir que mejor hasta el final del milenio.

—Compadre, ¿usted es capaz de lanzarse a diputado para la nueva asamblea nacional o cómo se vaya a llamar? Porque seguro le cambian el nombre.

—Dios guarde. Mire esos siempre son los mismos. Cuando se ven caras nuevas es que se disfrazan. Puro carcamal. Esos comen ellos solos.

Esos están pisando una concha de mango, están que se resfalan.

—Qué cristiano les va creer eso de las elecciones adelantadas. Puro paro.

—Usted lo ha dicho. Si no hay gasolina, que va a haber para hacer elecciones. Irán a poner las urnas electores en las bombas de gasolina.

O empiezan a repartir a diestra y siniestra esas benditas cajas de carbohidratos.

—Porque cada vez que se asustan empieza a regalar comida y cuanta baratija consiguen, y como lo que hay es hambre pareja que más va a ser el pobre. Agarrar lo que pueda.

Creen que con eso tienen a la gente en el bolsillo, pero están más pelaos que rodilla de chivo.

Esas elecciones son otra trampa, y las adelantan para decir que ellos si son, ¿cómo se llaman?, demo no sé qué. Bueno, usted entiende.

—Pero, esa gente es confiable. No han perdido ninguna elección.

—Y cómo. Dígame usted, si aquella tiene desde los tiempos del antiguo Egipto ese puesto. Como que le echaron soldi mix, porque se quedo pegada al coroto. Ni con C4 la despegan de ese puesto.

—Verdad que sí. Cómo les gusta mandar. Mandar y no hacer nada. Porque lo que saben es desfaratar todo. Ni agua ni luz ni, nada hay.

—Sí hay. Miseria, hambre, desolación, tristeza y paré usted de contar. Porque esta es la República de la tristeza y la desesperación.

Pero «vamos machete» dicen los muérganos.

—Pero yo insisto compadre, usted debiese lanzarse como diputado. A lo mejor gana un puestico y se acomoda.

—Y por qué no se lanza usted, ya que está tan entusiasmao con esa guarandinga.

—Compadre, es que diputado que se resbale se lo mandan a la tumba o para allá por Los Rosales.

Y a mi esas cosas me dan repeluzno.

—Y usted quiere que éste que está aquí, sí lo metan a chirriona. No hombre, esa es otra vagabundería. Para decir que ellos si son abiertos, que ellos son eleccionarios y que los demás no quieren nada. Solo palabras, y con el garrote listo para darle un guamazo a uno.

Déjese de esas ilusiones y quédese quieto. No le busque males al cuerpo, que esos ya están de abajito. Esos no tienen vida, esos no se levantan ni con el rompe colchón que venden en las playas del Litoral o de Cumaná.

Ande tranquilo y por ahora, apriete.

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CRISTALIZACIÓN DE LA CIUDADANÍA

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¿Por qué este actual estado de cosas sigue perdurando? Todo apunta que ya no tiene existencia, ni perdurabilidad. No obstante, ahí está. Todos saben que no tiene más posibilidades, pero ahí está. ¿Por qué perdura? Si desde hace reto es solo un algo insepulto. Acaso ¿hay algo perverso en la sociedad que hace posible el mantenimiento de esto?

La negación de lo que ya no es posible presenta un carácter cristalizado, como una exigencia impuesta o auto-impuesta a nuestro pensar-hacer; como una fuerza de negación, de incapacidad en decadente. Esta ineptitud se convierte en uno de los factores más enérgicos del hacer ciudadano, entiéndase, político.

Es como si solo existiese un repertorio de tendencias negativas, unido a un sistema de torpezas y cegueras. Donde las agudezas y clarividencias quedan excluidas. Como si estuviésemos empeñados en solo querer ciertas cosas y un decidido a no querer otras, esto en un sentido negativo. Lo que se advierte es la presencia de esas propensiones negativas y negadoras.

Como si no fuese posible un más allá. Estamos en el momento de la imposibilidad. Parece que después de ese vulgar uso revolucionario de querer quedarse con lo establecido, se necesitaran instrumentos más rigorosos, conceptos más agudos para orientarse en la urdimbre de los acontecimientos ciudadanos.

El actual hacer ciudadano y político parece una barricada más que un estado del espíritu. Pues, no se produce ningún resultado perdurable,  lo que implica una completa carencia de percepción. Las protestas están dirigidas contra los abusos y no contra los usos. Se quiere hacer la política en las calle antes que en las cabezas. Tal vez por eso, se confunde la disposición de los espíritus.

Estamos enfrascados, en estos momentos, en un estado de espíritu tradicional, que imprime su impronta en todo el hacer político y ciudadano. ¿Qué quiere decir esto? Que se actúa con el influjo del pasado, que todo se está haciendo en vista al pasado. De un pasado impreciso y de brumoso horizonte, que nadie ha visto ni recuerda con precisión.

Como estancados en un estadio infantil, sin aparente actividad intelectual. No se busca una explicación que satisfaga a la inteligencia, las cosas se explican sobre una narración mítica. Y esta explicación satisface porque no es una razón o un pensamiento comprobable.

No se rehace el razonamiento ni la observación política que integran la sociedad. En este sentido, el vigor de la razón queda disminuido. Por esto, el ciudadano no siente esa individualidad pensante, y si la siente es en la forma de alguien se queda solo y abandonado del grupo social. El pensar individual le produce terror y es sinónimo de debilidad e insuficiencia. Lo firme y seguro se halla en la colectividad, cuya existencia el percibe como anterior a cada individuo político. De allí su integración y su cristalización como ciudadano y como político.

Esta colectividad política aparece como algo de origen seguro e indiscutible. Tal colectividad es la que piensa por cada uno, con su bagaje de mitos y leyendas que son transmitidas por las redes sociales, como verdades. Ella, la colectividad, crea las maneras sociales y los ritos políticos actuales. El ciudadano cree en esas narraciones porque no la ha inventado él, porque cree que no tiene buen sentido racional.

La reacción del ciudadano ante los casos políticos no consiste en disponer de un pensamiento espontáneo y propio, sino en reiterar una fórmula preexistente y recibida. Pensar, querer y sentir, es para los ciudadanos un cauce preformado, un repetir para sí mismos un arcaico repertorio de actitudes y clichés políticos.

Lo espontáneo en este modo de ser es la fervorosa sumisión y adaptación a lo recibido, a la tradición política, dentro de la cual vive inmerso el ciudadano y que para él es la inmutable realidad dada. Este es el estado de espíritu tradicionalista que actúa en esta actualidad. Donde el ciudadano se adapta en sus reacciones a ese repertorio colectivo que recibe por transmisión desde un sagrado discurso. El ciudadano cree más lo que recibe de los políticos que de sus propios juicios.

Por eso cuando se cuenta un suceso político, el ciudadano dirige una mirada interrogativa hacia sus dirigentes, para que éstos les digan si deben creer lo que escuchan, si es verdad o mentira tal suceso. El intelecto del ciudadano no gravita sobre su propio centro individual, sino que está puesto en lo que digan sus dirigentes.

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NORUEGA Y EL CIERRE DEL NEGOCIO

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—Compadre se enteró que la gente se fue pa´ Noruega a negociar.

—Será qué necesitan mucho terreno para hablar. En ese caso, se podían haber ido pa´ La Gran Sábana o pa´ los llanos que bastante tierra hay. Y sin producir nada, porque todo eso está acabao.

—Es que tenían que irse bien lejos, porque aquí hay mucho metiche, asomao y metió. Que les gusta opinar de todo como si fuesen entediós en la materia.

No ve usted esas vejuconas periodistas que se la pasan llamando a la abstención, y vienen los políticos y le hacen caso. Así hay un poco de gente queriendo meter la cuchara donde no los han llamado.

—Bueno, así será. ¿Y dónde queda esa Noruega?

—Tengo entendido que eso que queda pa´ya pa´l norte, bien lejos.

—¿Pa´ La Orchila, será?

—No compadre, eso queda por allá en el Polo Norte o algo más lejos. Eso dicen los que han ido, y que es muy frío.

—A lo mejor esa gente sí los sienta en una buena mesa, y les dicen: «déjense de pendejadas y pónganse de acuerdo en la repartición del coroto, cuerda de manganzones». Porque eso es lo que son.

—Yo creo que más de uno está buscando puesto en ese avión de salida. Porque recuerde que el cooperante, el primero de mayo, estaba como palo de gallinero porque y que lo habían dejao por fuera, cuando ya todo el mundo estaba con las maletas listas para agarrar pista.

—Eso es verdad. Ese debe haber mandado a uno de los suyos que le apartara cupo en primera clase. Yo le dijo otra cosa, habrá mucho papel que quemar, para ocultar tanta sinvergüencería.

No tiene nada de raro que estos días se incendie algún edificio acá en Caracas, donde a lo mejor se guardan esas facturas y contratos. Aunque muchos se han hecho de boca nada más, para que no quede rastro. Pero nunca se sabe.

—Eso es muy cierto, porque recuerde que aquí a la caída de cada régimen se queman las sedes de los organismos de inteligencia. Arrasan con todo para que no queden evidencias. Mucho rabo de paja ahí por estos lados.

—Hay que estar pendientes de esas conversas, porque lo que están es tratando de salvar el pellejo, porque el candelero cada vez está más cerca.

—Los osos y las águilas y que ya se pusieron de acuerdo, y negociaron lo suyo. Esa gente se pone de acuerdo rápido, porque lo que importa es el billete. Esos están claros, en cambio éstos como andan en puras mentiras y tramoyas lo que buscan es saber cuánto les toca y dónde.

—Son tramperos. Por eso que no dan píe con bola. Y si toda la vida han vivido de la trácala, porque no saben hacer más nada, cuando salgan qué van ser. Lo que andan es pidiendo que le aseguren una buena cuenta bancaria.

Porque quién les va a dar trabajo. Primero, porque esos nunca han trabajado, solo ha sido meter la mano hasta el codo. Y si les llegaran a dar trabajo, lo primero que hacen es quebrar el negocio para llevarse todo.

—Con ese historial quién sabe dónde se irán a meter. Porque a más de uno lo andan buscando unos muchachos vestidos de negro, que cuando chiquitos repartían bofetá.

—Calabozo les sale a más de uno, por vagabundo y alzao.

—¿Cuánto costará un pasaje para esa cosa de Noruega?

—A lo mejor se los dan fiao. Porque los osos, los cambures y las águilas están es desesperaos por salir de estos vocingleros. Porque lo son es buenos para nada. A lo mejor llegaron allá, como es su costumbre, pidiendo 18 años y prepagos.

—Ah, no va a saberlo usted. Ni dudarlo, esos llevan la vagabundería por dentro.

—Le dijo que el rancho está ardiendo. Pero, el macilento sigue adelante. Está acostumbrado a llevar palo, solo se mueve si alguien lo arrea, esa es la verdad. No hay mucho que esperar de éste.

—A ese conque le zumben algo la va llevando. Se queja pero de ahí no sale.

—La verdad es que no creo que se vayan a tardar mucho, por lo que creo es que hay que poner la ropa en remojo. Como las barbas del vecino. Porque en cualquier madrugada se oye salir el avión y chao contigo, si te e visto no me acuerdo.

—Así va a ser y muchos se van a quedar con los crespos hechos.

—Mientras tanto voy a ver el camburito, que creo que ya está pintón. Y le repito. Por ahora, apriete.

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