ME ROBARON EL TELÉFONO

 

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En medio de aquel pandemónium que es la Estación del Metro de Plaza Venezuela, donde unos empujan por entrar u otros por salir y ese aroma a guaralito de mortadela, estaba pasando más trabajo que mandinga en convento. Esperaba el tren para ir a Catia porque me habían comentado que las lentejas las estaban vendiendo más baratas allá.

En eso entra el Metro a la estación y la gente se arrima para allá y se arrima para acá, apretujones y empujones hasta que por fin logro entrar al vagón y en ese momento me doy cuenta que me han robado el teléfono. Se la miento y miro para todos lados, pero que va, el choro ni ha entrado al vagón.

Lo primero es el desconcierto del robado, luego la tibiera que por pendejo me han robado, y además no tengo a nadie a quien comentarle que me han sacado el teléfono del bolsillo del pantalón y así descargar la calentera. Arranca el Metro y me voy pensando que voy hacer a Catia después que me han robado; ahora sí se montó la gata a la batea, me dijo para mis adentros.

Entre la rabia y el desconcierto no aguanto más y me bajo en la Estación Bellas Artes para devolverme a Sabana Grande, porque que voy a hacer, robao me quedo. Me vengo y salgo al bulevar pensando que de dónde voy a sacar los dólares para comprar un carrancho de celular.

A lo que llego a la casa le arreo una patada a la puerta de la entrada para descargar la rabia, por lo menos. Entro a la sala y lo primero que veo en la mesa del comedor es el teléfono. Y ahí mismo me acordé que lo que llevaba en el bolsillo del pantalón era una hallaca que había quedao de diciembre y me la iba a comer en Pérez Bonalde.

PENSIONADOS

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—Compita qué está haciendo que lo veo ahí concentrado.

—Leyendo esto que me escribieron hace días atrás y que por mal educado no he podido responder.

Lea usted para que se entere.

Respetable conciudadano Obed Delfín, a muchos de los que escriben en Aporrea les he informado que somos cerca de 10.000 pensionados del IVSS que residimos en el Exterior los que venimos sufriendo desde finales del año 2015 la suspensión del pago de nuestras pensiones sin que se nos de ni directamente ni a través de los Embajadores ni Cónsules de la República, explicación alguna. Ninguno se ha dignado abogar por nuestra causa, debe de ser que encuentran normal ésta tropelía. Quisiera pedirle que lanzara una petición a las autoridades competentes en ésta materia, para que al menos nos den una explicación y si no sería mucho pedir, que se posicionen y cumplan con lo que prometió el Jefe del Estado, comprometido ante el periodista español Jordi Évole de ponerse al día con la deuda y de reanudar el pago de las pensiones, lo cual no se ha cumplido. Dé usted muestra de su sensibilidad humana y complazca ésta rogativa. Reciba un cordial saludo”. Eduardo Sayegh H.

—A carache, y qué se puede hacer.

—Ese es el dilema.

Esta persona que escribe sabe que la pensión del IVSS son 3,125 dólares mensuales. En este momento, mañana será menos.

Entiéndase tres harinas pan, o tres arroz o tres azúcar. O una harina pan, un arroz y una azúcar.

Para que el mercado le salga variado.

Una mavesa de un kilo le sale a 2,5 dólares, ni untar puede un pedazo de arepa.

¿Qué puede hacer esta persona en el extranjero con tres dólares al mes?

Si aquí mismo no se hace nada con eso.

—Esa es la pregunta de las treinta mil lochas.

—Así es.

Pongamos que el gobierno le envíe la pensión, la comisión bancaria debe ser mayor que el monto de la pensión.

Y cuando venga a ver este señor estaría en deuda con el banco allá.

—Y hasta lo pueden poner preso.

—Usted lo ha dicho.

La pensión no le sirve para nada.

¿Por qué, dígame usted, quién puede vivir con tres dólares al mes?

Van a beatificar a José Gregorio porque aquí no se ha muerto más gente recibiendo esa pensión.

—Eso es un milagro.

—Con la pensión lo que puede comprar y apurado en la farmacia es un frasco de aspirina, de la más barata que ya está mordiendo los 200 mil.

Y si usted va a TRAKI,  todos los precios están en dólares y los empleados todos hablan en inglés.

—Esa es la verdad.

—A uno lo que le provoca es decirle a este señor es que se olvide de eso.

Que no se dé mala vida por ese pedazo de pensión.

Que se dedique a pensar en algo más interesante y de provecho.

Pero esa no es la cuestión.

—¿Y cuál es?

—Lo que pasa es que este señor no reclama la pensión en cuanto la misma es un miserable monto de dinero.

Sea en bolívares o en dólares.

Este señor lo que reclama es que él como ciudadano tiene derecho a su pensión, esté donde esté.

Incluso él estando fuera del país no puede movilizar su cuenta bancaria porque el gobierno se lo tiene imposibilitado.

Lo que él pelea es por su derecho constitucional a recibir esos churupos.

Él lo reclama es la dignidad de ser tratado como un ciudadano de lo que queda de República.

Cualquier parquero de Caracas gana más de 3 dólares diarios.

Este señor se mamó 40 años de trabajo y se partió el lomo para recibir 3 dólares.

Que él sabe que no le sirven para nada, ni para dar limosna.

Él le reclama al gobierno chavista es ser tratado como un ciudadano y que no le violen sus derechos como tal.

Esa es la cuestión.

—Le entiendo ahora.

Y el hombre tiene razón, porque a él y a los otros más los están pisoteando.

—Exactamente eso es lo que el reclama.

Y por lo cual debe sentirse indignado ser tratado de esa manera.

Otro le diría métanse su pensión, pero este señor no está en esa.

Lo que busca es ser tratado con respeto.

Ser tratado como un ciudadano.

Cosa difícil para todo el mundo en este estero.

Ya vuelven las colas del petro, le advierto.

Y le dijo: Por ahora, apriete.

PSEUDO-HEGEMONÍA

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—El chavismo ha mantenido un precario control mediante la violencia, la coerción política, la crisis económica y en una confusa ideología revolucionaria que cada día está más desgastada.

A todo esto se le llama cultura hegemónica.

En la que los supuestos valores revolucionarios se debían convertir en valores de sentido común.

Con esto se ha intentado crear un consenso cultural, donde la población debía identificar sus intereses con los ideales revolucionarios, con el fin que ésta se volviese contra la clase dominante.

Indudablemente todo lo anterior está en entre dicho desde días atrás.

Porque toda esa cultura hegemónica solo ha servido para mantener statu quo de una clase chavista que solo desea malamente perpetuarse en el poder.

Dígalo ahí, compita.

—Si usted lo dice, así tiene que ser.

No tengo por qué negarlo.

Y no le falta razón.

Porque los chavecos se la dan de campeones.

Hemos ganado 50 elecciones, dicen. Y se ufanan de eso.

Pero no mientan los males que le han hecho a la población.

A lo mejor son daños colaterales, como le dicen ahora.

—Lo han buscado los chavistas es garantizar el consentimiento de un orden social que reproduzca la hegemonía de la clase dominante.

—De ellos.

Porque ahora son ellos la clase dominante.

Y están reproduciendo en ese orden social en el estado de miseria en que nos encontramos.

Tome usted como ejemplo lo siguiente, en este hay dos modos de inflación en este país.

—Cómo es eso.

—Por un lado, la inflación tradicional que uno la ve en la subida diaria de los precios y en la devaluación de la moneda.

Por otro lado, en la subida de los costos en dólares.

—Ya va, pare ahí.

La primera la entiendo, pero la segunda no.

—Me explico, los precios suben en bolívares y a la vez suben en dólares.

Oigame esto.

La comadre me comentó que donde ella vive, en El Paraíso, hay un médico que cobraba 25 dólares por la consulta. Ahora el mismo médico cobra 35 dólares.

Y hay que pagárselos en dólares no acepta bolívares ni por transferencia.

Más que médico es un rolitranco de ladrón el tipo.

¿Lo ve?

—Ahora sí.

Tenemos altos precios en bolívares y devaluación diaria, y además hay que sumarle ahora que el precio en dólares también aumenta.

Reclavados nos tienen.

—Ese es el modelo hegemónico de la clase dominante que ha impuesto el chavismo con su práctica.

Lo corrupto se ha hecho carne.

Por eso no es extraño que el chofer haya dicho que le parece maravilloso que vivamos en tres espacios monetarios.

Porque ahí nos han puesto.

Y con eso mantienen, como usted dice, el statu quo y la cultura hegemónica de la perversión.

Y todo esto es posible mediante la violencia, la coerción política, la crisis económica.

En estos tres principios se fundamenta el actual gobierno.

De esto vive.

El gobierno vive en el ámbito de la fuerza contra los demás.

—Eso es lo que se ve a diario.

—Con la aplicación de esta fuerza nos quiere hacer creer que el gobierno cuenta con el consentimiento de la población.

Nada más falso.

Porque están cada día más solos.

Venga hombre para brindarle una paledonia, que me llegó una platica.

Y le dijo: Por ahora, apriete.

LA REPÚBLICA

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—La gente cada vez que se encuentra comenta que la cosa esta ruda.

Y exclama ¡Algo tiene que pasar!

O  pregunta ¿Qué irá a pasar?

Se ha dado cuenta compita.

—Siempre es el mismo cuento.

—Es algo raro eso.

—¿Por qué raro?

—Todo el mundo sabe que la cosa está mal.

El diagnóstico es general y unánime.

Ahora bien, fíjese usted, tanto en la exclamación como en la pregunta hay una especie de esperanza.

La gente espera que algo lo salve a uno de esta situación.

—Eso es cierto.

—Pero eso es una contradicción.

—Ya va, ¿cuál es la contradicción?

—La pregunta, hombre.

Cómo puede uno preguntar uno ¿qué va a pasar?

Si es que ya está pasando.

Es que acaso no se ha dado cuenta.

Tenemos siete años que está pasando. ¿Qué más vamos a esperar que pase?

Todos los días está pasando.

Estamos en medio de lo que está pasando y todavía preguntamos qué va a pasar.

Hay como una negación de la realidad.

De lo que estamos viviendo.

—O es que estamos esperando al mesías que le dé un parao a esto.

—Podría ser esa. Pero un acto de fe retrasa la acción.

—No hombre, no retrasa nada.

La gente sabe lo que está pasando.

Cualquiera le dice que sucede y porque sucede.

Pero, como él solo no puede hacer nada, espera que ocurra una protesta social como el caracazo.

Cosa que yo creo que no ocurra.

—¿Por qué?

—Porque esas cosas no ocurren a cada rato.

Son hechos aislados en la historia de un país.

Ahora, fíjese usted, la gente ha ido resolviendo a diario la situación.

Y el reconocimiento de esto por parte de Maduro, es el mayor fracaso de su mal gobierno. Que realmente no es ningún gobierno.

—¿Cómo es eso?

—Cuando este presidente reconoce la dolarización, implícitamente reconoce que él ha fracasado.

Porque eso, lo dice él mismo, no es producto del gobierno sino de una dinámica externa al gobierno.

No se ha necesitado del gobierno chavista para resolver lo que ellos no han podido hacer.

Entiende.

—Más o menos.

—La población, en la medida de lo posible, ha ido resolviendo la situación miserable en que nos ha hundido el gobierno.

Porque lo único que han hecho esos chavista es hundirnos en el hambre y la miseria.

Por el contrario, ha sido la población quien ha frenteado la situación y ha ido consiguiendo ciertas soluciones, aunque ésta sean bárbaras.

—Eso sí es verdad.

Porque estos chavecos han sido buenos para nada.

—Así mismo.

Cuando la población no se ha lanzado a saquear ni a matarse unos con otros.

Lo que ha hecho es preservar a la República.

Porque a nivel de las leyes está pérdida, por la acción desalmada de los chavistas que han violado el gobierno de las leyes en que se funda la República.

En cambio, la población no caído en la tentación de una guerra civil, que muchos vámpiros han aupado.

Quien ha guardado la sindéresis es la población.

Por eso todavía tenemos a la República como un hecho real. Y no de ley.

Es la población quien ha preservado la República, mientras los chavistas se han propuesto quebrarla.

—Eso es lo que han estado haciendo.

—Esta habladera me dio ambrosio plaza.

Voy a ver si ya están las lentejas.

Y le dijo: Por ahora, apriete.

EL POBRE

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El pobre está condenando a levantarse temprano, a madrugar, porque todo lo que tiene que ver con él se tiene supuestamente que hacer a primera hora de la mañana. Tiene que levantarse de madrugada para poder montarse en el Metro o en el autobús; lo mismo si va a comprar un pasaje de autobús; si tiene que ir a consulta en el hospital ni se diga; si va a comprar en el mercado es lo mismo. El miserable está forzado a madrugar.

Si alguien la va a hacer un favor lo primero que le dice es “mañana te vienes temprano”, aunque el mismo individuo llegue después de las once de la mañana. Hay una necesidad de obligarlo a levantarse a primera hora, como si fuese un apestado al cual hay que despachar bien temprano. Y él sale contento porque estaba de primero o segundo en la cola y salió del asunto a las nueve de la mañana, claro después de cuatro o cinco horas de estar esperando.

A esto hay que agregar que el pobre siempre tiene que hacer cola. Levantarse temprano y hacer cola es el sino de su escaso vivir. Un pobre jamás se levanta tarde, le está prohibido. Ni se le ocurre levantarse a la nueve de la mañana si tiene consulta en el hospital, lo menos que se levanta es a las cuatro de la mañana.

Aunque se levanta temprano jamás disfruta de un amanecer, porque está pendiente que no se le coleen o que quien dirige la cola no lo deje afuera. El pobre y la primera hora de la mañana son una misma ontología. Si va para una dependencia del gobierno a hacer un trámite se aparece por allá no menos de las seis de la mañana, aunque abren a las nueve. Lo mismo si va a retirar un documento.

Para hacerlo sentir bien a alguien se le ocurrió inventar un día el dicho que “quien madruga Dios lo ayuda”, cuando está muy claro que Dios es indiferente a cualquier bicho e uña que habite en este planeta; y eso porque al pobre también le gusta vivir de ilusiones como al resto de la especie humana y eso se entiende.

Nadie le dirá nunca “vente a la hora que quieras”, eso no ocurrirá jamás. Y si llegase a ocurrir podríamos estar seguros de que por lo menos se abrirían los cielos y aparecerían los siete jinetes del Apocalipsis. El pobre por los siglos de los siglos está condenado a madrugar, esa es parte de su desgracia.

ENTEREZA

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—Dónde andaba, compita.

Que no lo había visto en estos días.

—No me había visto por dos razones.

—¿Cuáles son esas?

—La primera es que tenía cortado el teléfono y no sabía.

—A caramba y ¿ya resolvió ese asunto?

—Pues, claro. Yo no sabía qué era lo que le pasaba a ese aparato.

  Y me fui para CANTV, en la Libertador, con ganas de armar un regulicio. Iba dispuesto a eso.

Pero no puede.

—Y eso por qué, lo detuvieron.

—No, nada eso. Cuando paso a atención al cliente para hacerle armarle le sapaeroco a la persona.

Que va, no pude. Aquella muchacha era una belleza. No veía una muchacha tan buena desde que fui al Seguro Social en Parque Central. Y no me vaya a preguntar por eso, se lo agradezco.

Yo me puse bajito, y le pase el número de teléfono en un papelito que lo llevaba con la esperanza que se lo quedara.

Le explique el asunto. Y me dijo lo que pasa es que está cortado. Vaya pague y en 72 horas está listo. Yo tenía ganas de decirle que si me podía llamar para probar que el teléfono funcionaba.

—¡Aja! Esa es la primera razón.

Y cuál es la segunda.

—Es que estuve en la Divina Pastora.

—¿Estaba buscando algún milagro? O varios.

—Nada de eso.

Solo estaba viendo la manifestación cultural que es la procesión de la Divina Pastora.

Y para eso no hay que ser ni religioso ni creyente.

—En eso tiene razón.

Y cómo le fue por allá.

—Me fue bien, vi unos amigos que tenía tiempo que no los veía.

Y le voy a decir una cosa.

—Dígame no más.

—Si la procesión de la Divina Pastora fuese aquí en Caracas, lo más probable es que el gobierno ya la hubiese prohibido.

—¿Y por qué dice eso?

—Porque eso es gente parejo.

Eso es un gentilicio por todos lados. Dios Bendito.

Y a estos asustados no les gusta que mucha gente se junte.

Porque no vaya a ser que alguno pegue el grito de ¡Abajo el gobierno!

Y se armé la sampablera. Así como aquella novela de los cien años solos.

—Un grito así puede encender los ánimos.

Eso sería un grito de dolores aguantados.

—Yo no he ido para esa procesión.

¿Cómo es eso?

—Usted me está exigiendo mucho.

No hombre, para narrar eso se necesita una buena pluma y yo no estoy a esos niveles.

Una Brenda Lozano o una Samanta  Schweblin si podrían hacer eso, pero yo no.

Eso es mucho camisón pa´ Petra.

Conténtese con las fotos en la internet.

—¿Y cuándo se vino?

—Me vine ese mismo día, en la noche.

No me quise quedar para no molestar más.

Me paré en el terminal a esperar un autobús, pasó uno y me vine.

Apenas me senté quedé rendido, porque el aire acondicionado estaba sabrosito.

—No era para menos, con esa caminata.

—Como le dijo, quedé rendido.

Pero en una de esas oigo una pedrada contra el autobús  y todo turulato abro los ojos para ver qué pasaba.

Veo a una muchacha y un muchacho agarrando la cortina de la ventana para que el vidrio no inundara el autobús de vidrio.

Porque la piedra le reventó la ventana al bus, y el chofer le asentó la pata a fondo para salir de ese sitio. Eso fue por los lados de Yaracuy.

—Donde gobierna el chino y por dónde mataron a los peloteros de Los Cardenales de la Lara.

—Por esos lados.

Los delincuentes siguen con las mismas malas mañas. A esas alimañas no les importa nada.

—¿Y pasó alguna desgracia?

—Por suerte no.

Aunque en el asiento donde golpeo la piedra venían niños con sus madres.

Y unas de estas madres era la muchacha que estaba agarrando la cortina para que el autobús no se llenase de vidrio.

Porque con esa brisa que entra uno pude quedar ciego si le entran vidrios en los ojos.

Guáramo y mucha entereza tiene esa muchacha.

El esposo la ayudaba y todos los demás atentos para echar una mano. Pero no hizo falta, ella sola pudo.

Hasta que el autobús pudo detenerse.

Ya parado el bus se echaron lo vidrios para fuera y, lo mejor que se pudo, se recogieron los vidrios dentro del carro.

Cosieron las cortinas con una tiras que sacaron quién sabe de donde y parapetearon las mismas, para que el autobús pudiese seguir camino.

Esa muchacha y las otras madres que estuvieron en riesgo mostraron una actitud de entereza y valentía, le dijo.

Sin gritos ni alborotos se solucionó todo y pudimos llegar a Caracas.

—Gracias a Dios, que no hubo daño humano.

—Le voy a decir algo y sin ninguna demagogia.

—Dígame usted.

—Cuando yo vi esa muchacha y esos muchachos solucionando ellos solos ese percance.

Me dije, ahí está la República.

Todos en este estero hemos terminado solucionando las desgracia y la miseria, en que nos ha hundido este gobierno, en colaboración unos con otros.

De manera callada, sin gritos.

Hemos tenido entereza para aguantar este chaparrón.

—Así es.

Si hubiese habido un político en ese autobús, ese hubiese prometido villas y castillos y no hubiese ayudado para nada.

—En cambio la gente solucionó el problema de manera tranquila y con templanza.

Y así mismo lo viene haciendo la población día a día.

Como no hay gobierno, la gente ha preservado la República sin saberlo.

—Es lo que yo le decía el otro día.

Se acuerda.

—Claro.

Voy a buscar una mortadela que vi por allá.

Nos vemos luegito.

Y le dijo: Por ahora, apriete.

JALISCO

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—Compita, siéntese aquí para que conversemos un rato.

Usted anda como apurado, mire que es hasta la próxima que puedo volver a comprar con el mocho petro ese.

Y le dijo, que por lo menos va a conseguir todo al doble.

—Sino es al triple.

—Y dígame, qué le pareció lo de la Asamblea Nacional.

—Para serle sincero no he visto las noticias y no se qué pasó.

Lo que sé, porque lo he oído es que ahora hay como tres asambleas: la constituyente que eso es decir nada, la nacional y ahora la de Guaidó.

Qué le parece.

—Así tengo yo entendido, también.

—Y me dijeron que al hombre no lo dejaron entrar a la votación.

—Es que los chavistas son como Jalisco, cuando no gana arrebata.

—Así es, pero al hombre le faltó guáramo.

Cómo un policía va a tener más autoridad que un diputado.

—A esa hemos llegado.

Como el tango cambalache, en andamos.

—Ese hombre tenía que pararse bien plantado y arriar para adelante.

La República no se conquistó tirando pétalos de rosas.

Además, dígame usted. ¿Cómo queda ese hombre ahora?

—A qué se refiere usted.

—Ahora el muchacho ex-presidente autoproclamado o qué.

Esa es la pregunta.

Porque el juego de palabras para definir la posición del muchacho es muy confusa.

—A diablo, no había pensado en esa.

Sí es verdad.

—Esto es un berenjenal.

Lo cierto es que uno sigue en la misma desgracia.

Vamos a ver que hace esta nueva junta directiva de la asamblea.

Porque los chavistas van a seguir en la misma muela y la misma trácala.

—Y el serrucho trancao.

—Ni que le echen aceite se mueve.

Y el que pasa roncha es uno.

—Porque a lo mejor Parrita se fue a celebrar, a  beber whisky y con unas prepagos.

Porque estos vagabundos son así.

No pueden ver una oportunidad porque whisky por ese buche.

—A lo mejor se las pagó el gobierno.

—Se han visto casos.

Vamos a esperar que esa esta gente, que es la misma de siempre.

Además, la oposición igual que los chavistas no reconocen sus errores ni asumen responsabilidades.

Eso el votante lo ve. El votante no tonto.

El votante quiere a gente que de la cara, que se responsabilice de sus actos.

Y eso aún no se  ha visto por estos lares.

—Puro bembeteo sin sustancia.

Ya eso no cala.

—Así es.

Guaidó equivocó la ruta. O era diputado o era salvador de la patria.

No podía ser las dos cosas. Eso fue un error.

Esperemos que no le metan los ganchos.

—Se la deben tener jurada.

—Jurada y media.

Eso lo puede tener por seguro.

Aquí hay gente que sabe de política, a esos hay que pedirle la opinión.

No andar como volantín sin cuerda.

Tengo un dolor por el cuadril.

Voy a ver si consigo una fleta por ahí. Nos vemos luego.

Y le dijo: Por ahora, apriete.

EXPONER UN PROBLEMA

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Si nos corresponde exponer de manera ordenada y razonada un asunto debemos, en primer lugar, delimitar el problema[1]. Segundo, elaboramos un conjunto de preguntas, por ejemplo, si vamos abordar el problema de la justicia podemos formular las siguientes preguntas: ¿Qué es la justicia? ¿Cómo se concibe ésta en el siglo XXI? ¿Cómo se concibe en nuestro país?  ¿Poseemos la capacidad de actuar con justicia? ¿Se ajustan nuestras decisiones a un concepto de justicia? Van de lo más general a lo más específico, éstas nos permiten vislumbrar las posibles respuestas, las mismas son tentativas porque las podemos cambiar.

En tercero, elaboramos los argumentos a favor con respecto al problema planteado, para pasar de un argumento a otro podemos formular nuevas interrogantes, de manera que la argumentación sea la respuesta a éstas. En caso de ser necesario, podemos acompañar los argumentos con ejemplos y pruebas para respaldan los argumentos: datos estadísticos, opinión de alguna autoridad en la materia, un hecho histórico, una investigación científica, sirven para reforzar y consolidar la argumentación. Es un error hacer uso de un catálogo de ejemplos y pruebas porque eso no es argumentar.  Debemos evitar caer en ese error.

Cuarto, exponemos y explicamos los contraargumentos en contra del problema. Esto es algo semejante a lo que vemos en las películas donde se presentan juicios orales en los tribunales, que está la parte de la defensa y la parte acusadora. Argumentos y contraargumentos para debatir un problema planteado

Lo anterior necesariamente no se hace en una secuencia lineal, la mayoría de las veces es un intercambio como en un diálogo, para esto hay que tener destreza para no mezclar unos y otros. Hay que ser ordenados para construir un esquema de argumentos y contra argumentos que nos permita un orden expositivo diáfano; si la exposición no está bien organizada tendemos a producir errores de comprensión e interpretación.

Quinto, presentamos los argumentos y las posturas por los que hemos tomado partido y exponemos las razones de nuestra elección. Expresado de esta manera resulta un poco banal el asunto, porque muchas veces ya hemos tomado partido en la misma exposición de argumentos y contraargumentos. Porque debemos entender el proceso es dialéctico. No es procedimiento mecánico ni una secuencia en línea recta. La construcción argumentativa permite muchas maneras exponer el problema. La manera lineal sería la más sencilla.

Podemos asumir una postura determinada en nuestro planteamiento, por ejemplo, una postura conciliadora haría ver que los argumentos y contraargumentos se complementan; otra postura puede mostrar que son contradictorios o antagónicos; otra podría ser una postura solo expositiva y descriptiva. Esto lo decidimos nosotros.

Sexto, para cerrar la exposición está la conclusión. Aunque se dice que la conclusión sirve para exponer los resultados obtenidos durante el tratamiento del problema esto es medio falso, porque los resultados se van exponiendo en el desarrollo mismo del trabajo, ya que en el desarrollo de la temática vamos solucionando los diversos aspectos del problema y respondiendo a las preguntas planteadas.

Según André Lalande[2], en los trabajos humanísticos no existe la conclusión, como si es el caso en las demostraciones lógicas y matemáticas. No obstante, muchas personas siguen utilizando este término para cerrar la exposición. La conclusión, en verdad, sirve para hacer un breve resumen del trabajo realizado y resaltar los resultados más relevantes del mismo.

En trabajos menos rigurosos muchas personas hablan de entrada, desarrollo y cierre; esto a grandes rasgos es más o menos lo mismo, lo que varia es la envergadura del problema y el trabajo de investigación.

 

[1] “Plantear un problema, es definir lo que se intenta estudiar específicamente de un área temática… el término problema designa una dificultad que no puede resolverse automáticamente, sino que requiere un investigación conceptual o empírica”. Ver. Miriam Balestrini, Como se elabora el proyecto de investigación.

[2] Vocabulario técnico y crítico de la filosofía.

GRACIAS AL PETRO

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—Gracias al petro y al pecado del chofer esto se lo llevó quién lo trago.

—Y eso por qué.

¿De qué pecado habla usted?

—Acaso no ha visto los precios.

La harina de arepa la están vendiendo a 80 mil de sober-anos, esta semana pasada.

Y el dólar chavista pasó los 80 mil y sigue imparable.

Todo eso, gracias a la bendición del petro.

Y a que el chofer pecó porque ahora le gusta la dolarización.

¡Vaya a la grandísima!

—Así comenzamos el 2020.

En cuatro y sin vaselina.

Y todavía sale en una entrevista pagada a decir que ahora sí vamos rumbo a la economía de primera.

Pura saliva rancia.

Esta es la Sodoma y Gomorra chavista.

—Por eso es que la gente anda como loca gastándose el mocho petro ese.

Porque se imaginó que algo así se venía encima.

La gente no es pendeja.

—Y ahí está.

Más hambre y miseria socialista.

—Y el otro mastuerzo hablando de libertad.

Ese es un bolsa, como decía el catire Teodoro.

—Bolsa y media.

Y ya le aplicaron la guillotina, pero todavía no me he enterado de cómo fue que se la aplicaron.

Entre la maravilla del petro y el pecado del dólar esto nos ha dejado como flor de cayena para los que vivimos en el espacio del sober-ano.

Porque los que viven en el espacio monetario del euro y el dólar están campantes y sonantes.

—Esos son los chavistas gobierneros.

¿Vio la entrevista que le hizo Don Ramón al chofer?

—No tuve ese inmenso placer de disfrutar de esa maravilla.

—Cinismo y muela, nada más.

Estaba adolorido porque había pecado.

¿Qué le parece? ¿Quién sabe cuántas empanadas se habrá metido en los intermedios de la entrevista?

Hablando que el petro era la maravilla más que había ocurrido desde las leyes de Newton.

Y que la dolarización nos había salvado.

—Hay que ser.

Después que se la pasaba hablando del dólar criminal.

—De criminal pasó a chavista.

Porque usted sabe que el orden de los productos no altera el resultado.

—Eso es verdad.

Porque si usted compra primero la harina precocida y después el arroz, igual se lo van a clavar.

—No me refería a eso, sino a pasar de uno a otro.

Porque esa ha sido la dinámica de estos chavecos.

—A bueno.

Esa también es así.

—El dólar chavista va para los 100 mil fácil.

Ya la pensión es menos de 2 dólares mensual, y un kilo de carne son no sé cuántos dólares.

Porque como le dije una vez, ya la lista en la carnicería está en dólares.

Gracias al pecado del chofer.

—Qué tenga cuidado de seguir pecando.

Porque él peca y a nosotros nos crucifican.

—Esa es la dinámica chavista.

Superaron la ley del embudo.

Ya ni lo estrecho nos corresponde.

Que siga dándole a ese petro y pecando.

Y le dijo: Por ahora, apriete.

FALSO DILEMA

 

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—Compita, qué traerían en esa avioneta que estos se quedaron calladitos y se hicieron los musiu.

—Déjese de meterse en esas honduras, que se puede ahogar en esas aguas y en ese oro.

Quédese quieto, mire que aquel le dio rienda suelta a las fauces.

¿Qué lo trae por hay? Dígame.

—Iba pasando y me acerqué a saludarlo.

¿O es que ahora hay qué pedir audiencia para saludarlo?

—De ninguna manera.

Solo pregunto, porque como ya viene la pascua a lo mejor traía alguna buena noticia.

—Que va compita, si el queso pasó de los 150 mil y están jalando pa´ bajo al dólar revolucionario para que la gente crea que va a bajar.

 Ahora que lo tengo acá de frente, le quiero preguntar una cosa ¿Usted ha oído mentar eso de la falacia del falso dilema?

—Virgen santísima, qué es eso.

Alguna grosería.

—No sé.

Es que cuando venía en el Metro algún doctor imagino mentó esa cosa.

—Mire allá viene el Camará pregúntele a él, que ese sí debe saber de esas cosas raras.

—Epale camará, cómo están ustedes.

Qué están tramando aquí.

—Nada hombre y déjese de decir esas cosas. Que por ahí hay muchos oídos.

Menos mal que apareció porque queremos preguntarle si usted sabe ¿Qué es la guarandinga esa del dilema del falso dilema?

—No compita, es la falacia del falso dilema.

Usted sabe qué es eso.

—Hasta donde llega mi entendimiento en la materia eso es lo siguiente, y déjenme que me explaye en el tema.

—Adelante, no le dije yo que éste es facurto en esas cosas.

—No tanto, pero por ahí vamos.

Bueno, les dijo que la falacia del falso dilema es el tipo de argumentación que presenta solo dos alternativas y lo obligan a uno a elegir solo entre una de éstas dos.

—Póngala más clara.

Que se oye bueno, pero no se entiende del todo.

—Recuerda usted cuando el difunto o el chofer, para no ir muy lejos, soltaban aquel eslogan de patria o muerte, o este otro socialismo o nada.

Como usted ve, a uno lo ponen a elegir por una sola y una única opción, o elige una cosa o la otra. No tiene pa´ más.

—Digamos, o corre o se encarama.

—Así mismo es, como usted lo ha dicho.

Esa falacia es la misma que estuvieron aplicando con aquello de la polarización.

¿Se acuerdan?

O eras chavistas o eras oposición, pero no te daban ninguna otra opción política.

Cómo si el pensamiento humana solo se redujera a esas dos únicas posibilidades.

Y recuerden falacia es igual a mentira.

Este dilema por ser una falacia es más falso que discurso de político, para no nombrar individualidades; porque pueden llegar por ahí los muchachos y darnos un susto.

Con ese tipo de falacia tanto los chavistas como los de oposición han estado construyendo el discurso político en estos últimos veinte años.

¿Y por qué es falso?

Porque no le presentan a la población todas las alternativas posibles que puede haber para echar adelante el país.

Sino que han encajonado a la gente en una u otra opción.

Comuna o nada, es la misma falacia. Y esta otra «Si yo falto, aquí hay una guerra civil» decía el difunto, y bastante que lo repitió. Se murió y no ha habido ninguna guerra.

Si el discurso se arma con esta falacia no hay más opciones ni más posibilidades, supuestamente.

Con este falso dilema nos quieren obligar a elegir una sola posibilidad porque la otra es indeseable. Oposición y chavistas la han aplicado por igual.

No han permitido que otras opciones políticas alcen vuelo, lo descabezan si alguien dice que sí hay otras muchas posibilidades.

Que yo no sepa expresar cuáles son esas otras opciones, es otra cosa. Pero por ahí están.

La estructura de esta falacia es yo o el apocalipsis.

—Así lo han hecho ver los chavistas.

Ni a los que se hacen llamar chavistas disidentes le han dado posibilidad.

—No se la pueden dar porque el discurso político está montado en la falacia del falso dilema.

Esa es la razón de toda la exclusión política que existe.

Los falsos dilemas se utilizan mucho en la política para justificar cualquier medida y así eludir la responsabilidad de las decisiones.

Fíjese cuando los politicastros salen diciendo «o hacíamos esto o era el caos». Le echábamos plomo a los muchachos en el autopista o era la guerra, así han estado aplicando esta falacia.

Y recuerden esta otra aplicación de ese falso dilema o apoyas a los chavecos o eres un vende patria; o nos apoyas o eres apátrida; eres chavistas o eres traidor.

Siempre chavista y oposición reducen todo a dos únicas opciones, donde la de ellos es la buena y la otra es el caos y el apocalipsis.

Pero la verdad es que uno está en la libertad de rechazar ambas dos opciones por falaces y ponerse a buscar las otras muchas más que existen.

—El pensamiento no se reduce a blanco y negro.

Hay muchos colores y grises, también.

Así como hay muchas otras opciones políticas.

Y le dijo: Por ahora, apriete.