BLANCO O NEGRO

Los socialistas-comunistas venezolanos no saben distinguir la gama cromática, son incapaces de hacer tal cosa porque para éstos el mundo solo es blanco o negro. De allí que sean individuos tan obtusos, aunque acostumbran a venderse como sujetos liberales. Pero no es así.

Si a uno de estos socialistas-comunistas se le dice que la situación está jodida, que este gobierno está inaguantable; lo único que puede decir el susodicho «es qué si ahora se va a poner a apoyar a la oposición». Si es un bobalicón de los revolucionarios de nuevo cuño, saldrá y dirá «que uno es un fascistas, un vendepatria» y todas esas sandeces que les inculco su líder eterno, que por cierto cada día está más en el olvido.

La carencia de un pensar crítico por parte de estos socialistas-comunistas viene de su militancia partidista. La cual comienza con el adoctrinamiento que les come el coco, y ellos felices porque están sirviendo a una causa mesiánica, que salvará al mundo de las garras «del imperio, del capitalismo» y de todas esas babosadas que repiten hasta el cansancio.

Se convierten en sujetos ciegos, para ellos solo hay dos posibilidades: ellos salvadores del mundo y los otros que son sus enemigos. Son unos pobres sujetos políticos, limitados hasta más no poder.  El adoctrinamiento y la disciplina política, que es solo sumisión a otro individuo, los hace individuos dóciles y maleables. Unos don nadie que solo sirven para recibir órdenes y repetir la misma cantaleta todos los días.

Si no fuesen tan perversos darían risa, como dice la canción. La ceguera política los hunde en su propio lodazal, y de éste son incapaces de ver salidas posibles. El credo político no les permite la más mínima reflexión, la más mínima opinión propia. Son unos sacos vacíos llenos de ecos, por eso repiten lo que sus mandamases le dicen y les inculcan. Son meros repetidores de un credo. Por eso la diferencia entre los partidos socialistas-comunistas y las sectas religiosas no es mucha.

Tales militantes políticos son solo eso, unos sectarios intransigentes, aduladores de sus amos políticos. Además, son arrogantes porque piensan que la salvación de la humanidad está en sus manos. Que ellos tienen la Verdad (con mayúscula). No cualquier verdad, sino la verdad revelada por su doctrina política. Esa es la razón, por la cual cuando llegan al poder jamás de los jamases lo entregan, para ello recurren a cualquier método: la sumisión, la coerción, la ilegalidad económica. Solo les importa perpetuarse en el poder.

Son turbios en su pensar. Ellos y solo ellos poseen la regla para medir a todo el mundo, y quien no esté en su medida es su enemigo. Amigo o enemigo, blanco o negro. Para ellos solo existen los extremos. Algo de paranoicos deben ser. Y así hacen su política bastarda. No hay consulta, solo órdenes desde los más altos cargos. Y por qué van a consultar, si tienen la verdad.

Estos socialistas-comunistas, por lo general, son unos asalariados del mismo Estado que critican y al cual quieren derrotar. Cuando no son meros parasitarios de las prebendas de presupuestos de otros países y organizaciones. Dinero que casi nunca es muy limpio. Jamás, porque son incapaces e inútiles, montan una empresa o negocio para mejorar a los obreros, eso no está en sus ideas. Porque quieren vivir a expensas del Estado.

Son un engaño, una falsedad. Viven de la mentira política, porque eso da buenos frutos. Son borregos y creen que son los demás quienes lo son. Viven en una contradicción. Le gusta la democracia y la libertad para hacer sus fechorías. Pero luego en el poder le niegan cualquier protesta a la población, cualquier intento de decir algo.

Son carroñeros, revuelan entre los desperdicios que van esparciendo a su paso. No admiten ninguna opinión contraria y se la dan de amplios, pero son cerrados como una ostra. Y eso porque solo pueden ven en blanco o negro, ni siquiera admiten los dos tonos. Son una cerrazón ideológica, la pura negación de cualquier otra postura política.

Cuando están en posiciones débiles se disfrazan de demócratas, pero al asumir alguna posición de poder la vena autócrata aparece inmediatamente. Pues esconden que ellos no buscan la libertad, ni creen en el pueblo al que tanto mientan. Solo creen en la dictadura que impone el partido desde la más alta esfera, por eso son serviles.

Se disfrazan de liberales cuando, en verdad, son conservadores. Y de un pensamiento lineal, que sigue las directrices de quienes los mandan y les ordenan. No gustan de la gama de matices ni de colores. Cualquier diferencia de pensamiento es tildada de revisionismo, es otra cosa que no les gusta. Nunca revisan sus postulados, con ellos mueren y se sienten orgullosos de ser intransigentes.

Decir blanco o negro es decir mucho, tal vez esta disyunción sea demasiado para un pensamiento tan totalitario. Tal vez, para es solo un solo tono negando todo los demás.

CONCERTACIÓN Y DEMOCRACIA

La búsqueda de la concertación política y la reconstrucción de un sistema democrático solo pueden ser a través de la razón y únicamente por ésta. Seguir creando falsas ilusiones es seguir creando sucesivos fracasos que solo se traducen en frustraciones y desalientos en la población.

Las actitudes intransigentes favorecen, como hemos apreciado en estos años, los métodos represivos del gobierno. Que han terminado por favorecer la permanencia de éste en el poder y a perpetuarlo en el mismo. La intransigencia política dificulta la búsqueda de soluciones racionales y pone graves obstáculos a la tarea de reconquistar el poder. Tales actitudes deben ser rechazadas.

Lo importante, en este momento, es clarificar los criterios y las orientaciones sobre cuál conducta política se deben seguir para actuar ante la realidad política presente. Ya que hasta el momento han sido acumulaciones de acciones fracasadas.

En el ámbito político actual, los actores de oposición no ofrecen al país una alternativa de gobierno. Debido a la falta de unidad y coherencia; por encontrarse divididos en múltiples fines; por la ausencia de liderazgo político; por la falta de un proyecto y una estrategia concertada. Por estas razones, la población percibe que el triunfo de éstos es inviable y poco realista. El papel realizado por los diputados después de haber conquistado la Asamblea Nacional deja mucho que desear políticamente, en el presente y para el futuro.

Las declaraciones de los opositores venezolanos se parecen a las declaraciones de la izquierda chilena en los años de la dictadura. Declaran que toda acción política debe incluir la renuncia o salida inmediata del Presidente y de su gobierno del poder. Consideran esto como un principio inmutable. Como la condición básica y primera para iniciar cualquier proceso político. Asunto que no se dará en esos términos. Agregan los opositores que la movilización social constituye el instrumento fundamental que permitirá avanzar en la conquista de la libertad y la democracia, sin precisar en qué consiste tal movilización social. Palabras solo palabras vacías.

En estas circunstancias es necesario que los opositores, tanto de de derecha como de izquierda, centren la contienda política en el objetivo de ganar todas las próximas elecciones. Sí, con el actual CNE, hay que ser realistas. Porque esos triunfos serán el mecanismo más eficiente para desplazar al gobierno, y alcanzar la estrategia más eficiente para la concertación nacional. Los triunfos suman electores y ciudadanos. En cambio, los opositores se han empeñado en lo contrario; además de haber fracasado cuando fueron electos como diputados.

Para alcanzar cotas de poder, con los riesgos implícitos en ello, deben desde el punto de vista de la estrategia política buscar la mejor forma de utilizar la legalidad vigente, aunque ésta sea escasa hay que exprimirla lo más que se pueda. Porque es sobre lo vigente en donde se debe actuar. No en un supuesto ideal o en un estado de fuerza, que es lo que parecen desear los opositores. La vía más fácil y arriesgada.

Los opositores deben promover, con miras a un próximo gobierno, la creación de un pacto político. Es necesario alcanzar el funcionamiento de una organización de cooperación eficiente, con el objeto de ir formando diversos dirigentes para un nuevo gobierno.

Los opositores deben ir generando una coalición política para enfrentar un futuro proceso de transición y sustentar los próximos gobiernos. Por ello, los partidos opositores (derecha e izquierda) deben asumir las tareas de estructurar acuerdos entre sí y la formulación de propuestas políticas conjuntas para una nueva institucionalización republicana.

Deben los opositores buscar la designación de candidatos que representen las nuevas propuestas políticas, para éstos se conviertan en alternativas de solución frente a la actual situación de ingobernabilidad.

Es fundamental que los opositores propicien el diálogo con los militares para lograr una nueva institucionalidad militar. Con el objeto de crear las condiciones para que las Fuerzas Armadas reconstruyan su dignidad institucional.

Para la recuperación de la institucionalidad republicana es necesaria una estrategia fundada en la concertación y en el consenso político. Lo cual requiere diálogo y disciplina; requiere un programa político coherentemente definido y una estrategia política de relaciones entre los opositores.

Ir por otro camino parece que no tiene salida. La posibilidad está en concertar un pacto político. Que permita abrir los goznes a acciones racionales y consensuadas. La política debe abandonar todo este espectáculo de bambalinas que hasta ahora a reinado en la nación. Del cual ya la población está harta y fastidiada de ver tantos fracasados. Porque es ella la que recoge los resultados.

Los opositores, que son muchos y de ambos bandos, tienen que concertar, no hay otro camino. Para labrar el camino es fundamental que los políticos dialoguen; lo que es difícil y arduo. Pero tienen que hacerlo. Ser serios y responsables como sujetos políticos y no unos payasos que es lo que han sido hasta ahora. El circo también harta y produce vómitos.

ESTADO CORRUPTOR

Cuando el Estado asume el rol de agente corruptor es que quienes lo dirigen solo tienen esa posibilidad para mantenerse en el poder. La única posibilidad para ellos es convertir a toda la sociedad en un cáncer en fase terminal. Por eso es normal que todos los estamentos que conforman tal estado estén impregnados por la corrupción. Lo extraño sería lo contrario.

No es de extrañar que cada acción gubernamental esté salpicada de acciones corruptas, ese es su modo de operar. No tienen otro mecanismo. Al convertir a la sociedad en un ente corrupto los dirigentes aseguran su permanencia en el poder, porque hacen que la sociedad se vuelva un cómplice mutuo. La sociedad se hace cómplice muchas veces sin saberlo, incluso puede estar en contra de la corrupción y, sin embargo, participa activamente de ella.

Como todo funciona dentro del mecanismo de la corrupción toda acción se vuelve corrupta, eso es lo que pretende tal estado. Porque todo está pensado para que sea de esa manera. El estado corruptor convierte, por la fuerza, a la sociedad y a la población en algo corrompido. La función del estado está dirigida en esa dirección, no es algo casual.

La corrupción se vuelve tan normal que no se ve en ella nada extraño. Solo se percibe como corrupción ciertos actos de gran envergadura contra el erario nacional, lo demás se considera como el desarrollo normal, en un “así es”, de la nación. Tal normalidad se impone necesariamente.

Tal normalidad es lo que permite a los dirigentes permanecer en sus puestos de poder. Porque para todo el mundo el “así es” es como se hacen las cosas; por ejemplo, se considera normal que un político que ocupa un puesto en el gobierno está ahí para robar, esa es la función natural.  Por tanto, a nadie le resulta extraño que robe.

Si un individuo ocupa un puesto en una empresa estatal, está ahí para robar. Si no roba es un imbécil y si roba poco es más imbécil aún. Pero el robo es solo una parte del estado y la sociedad corrupta. La corrupción se convierte en una descomposición general, que termina permeando todas las acciones de la población. De allí que, los individuos terminen considerando que todo acto de corrupción es algo normal y natural.

La imposición de esta normalidad es necesaria. Se hace tan necesaria que cualquier individuo sabiendo que él está haciendo un acto ilícito considera que su acción no es corrupta. Alega en su favor que hay actos peores, que lo que él hace es una minucia, algo inocuo. Se ampara en la corrupción general, para justificar y avalar su corrupción individual, como si ésta no existiera o se justifica por la otra.

En el estado corrupto es difícil discernir lo que es corrupto de lo que no. Porque casi no hay línea de separación o distinción. Tal condición se da por esa extraña normalidad. Solo se considera corrupto el desfalco a gran escala, lo demás no. Esto es lo que les permite a los corruptores pasar desapercibidos, camuflarse en el estado de cosas. Ocultarse en el “así es”.

La corrupción llega a tal situación que no se puede vivir de otro modo, solo “así es” como se puede vivir. No obstante, el estado corrupto es una relación ganar-perder, donde quien pierde es siempre la población, los individuos. Aunque los individuos creen que están ganando algo en esas circunstancias, a la larga solo es un sujeto perdedor. Allí radica la desgracia de la población, que solo es un objeto de uso.

Cuando la población se hace cómplice porque considera que su intención es solo sobrevivir, ésta se subsume en su misma desgracia. Considera que no tiene otra opción. Esta forma de pensar es parte de la imposición del estado corruptor, que hace que los individuos piensen de esa manera, no casualmente sino porque todas las acciones son corruptas.

Nada ni nadie escapa al estado corruptor, todos los sujetos son forzados a doblegarse ante él. Cada individuo es ganado día a día para la causa y el estado de cosas. Cada dadiva, cada beneficio es pensado para doblegar la voluntad de los ciudadanos; cada discurso, cada acto tiene esa misma intención. La maquinaria de la corrupción funciona permanentemente, día a día.

Hasta que llega un momento que la corrupción es tan visible y palpable que por lo mismo se hace invisible. En este momento, ya es un modo de vida. Se ha asentado en el hacer cotidiano, en el hacer nacional. Toda cotidianidad es un acto corrupto.

Nada resulta extraño ni enjuiciable. La norma es la corrupción, la medida de todas las cosas. Junto a esta norma aparece, por contraposición, el político con su discurso que habla contra ella hasta la saciedad, pero que vive de la misma. Tal discurso es un disfraz, una burla, porque solo le sirve al político para vivir a expensas de la corrupción. Corruptos que viven del discurso anticorrupción, discurso falso por supuesto.

La corrupción alcanza de este modo una forma de vida, un estado de cosas, tan natural como respirar. La instalan hasta que echa raíces, hasta que se hace parte de la población, de todos los estamentos públicos y privados. Hasta la familia se vuelve corrupta. Nada se salva. Todo está a merced de este tipo de acciones. Es tan natural como ver salir el sol.  

ALCALDE MÁS ALCALDE MENOS

Los alcaldes bolivarianos y revolucionarios, aunque posiblemente esto debe ser una redundancia, están entendiendo, como buenos entendedores, que está en sus manos que el estado policial y sometedor debe extenderse y derramarse hasta en sus predios, porque de lo contrario podrían perder el buen visto del máximo líder.

De allí que la actitud estalinista que han mostrado en estos días, uno en oriente y otro en los llanos centrales, es la evidencia que hemos llegado a la unión perfecta entre el sometedor y el sometido. No se puede seguir aparentando ser demócrata cuando nunca se ha sido, ni se ha pretendido ser.

Que un alcalde haya amenazado a los maestros que protestaban o protestan a que renuncien es un buen augurio; lo mismo que el otro haya llamado al periodista para decirle que se someta o irá por él es otro buen augurio de la unión perfecta que se está encarnando en el espíritu revolucionario, porque de solo espíritu no se vive.

Una renuncia masiva de docentes no se dará, no porque no le tengan miedo al alcalde y a la represión del estado nacional, sino porque de que van a comer si los docentes piensan que estando en una nómina los mantiene activos y que algo pueden llevar para la casa, aunque en verdad no lleven nada.

Hay que agregar que ahora no hay sindicatos que los defiendan; lo mismo le pasa al periodista, creo que éste está más solo aún. Cuando Chávez Frías desmanteló los sindicatos, hizo lo mismo que Margaret Tatcher, pero por motivos diferentes. La Primer Ministra lo hizo por asuntos económicos, el difunto para acumular todo el poder posible en su persona y arrasar cualquier intento de que algo o alguien pretendieran disputar su poder máximo.

La desaparición de los sindicatos parecía una buena opción por los muchos desmanes que éstos habían cometido. A la larga, al descorrerse el velo nos hemos dado cuenta que ahora no hay gremios, no hay sujetos colectivos que puedan movilizar los malestares sociales de la población, y este fue el verdadero motivo de que Chávez Frías desmantelara todo el aparato sindical venezolano.

Como ya el pueblo había llegado al poder ¿para qué necesitaba de esos mecanismos? Todo el poder para el salvador del pueblo, esa fue la consigna. Ahora resulta que los docentes y cualquier otro trabajador no tienen ni representantes ni representación alguna. Son huérfanos políticos. Cada protesta es una individualidad y como tal es fácil de someter.

El estado revolucionario y sometedor ha aplicado conscientemente la dialéctica del amo y el esclavo. El esclavo tiene miedo de protestar, de decir algo porque sabe que sobre él pesa la represión y la muerte. Prefiere mantener la poca vida que le queda, que es lo único que tiene, a arriesgarse a ir más allá. Y tiene razón, porque lo sabe en carne propia. No lo está inventando.

Que el alcalde sea un totalitario en las parroquias que conforman su municipio no sorprende a nadie. El terror se derrama de manera vertical y se aplica de manera horizontal. Esta es una verdad que cada día se palpa más. Las actitudes de los alcaldes no son ningunos exabruptos ni actitudes destempladas. Por el contrario, son algo normal, parte de la cotidianidad nacional. La forma actual de vivir.

Que el autócrata encarna la política, eso está a la vista. Es algo evidente. Que a unos maestros o docentes se les diga lo que se les digo, es algo que debe ocurrir en la normalidad política nacional como una obligación. O que al periodista se le haya amenazado a que se meta en el carril es otra muestra de normalidad. El estado policial llegó para quedarse. Es la actual consigna presidencial.

En eso no hay nada extraño. Incluso se lo dicen a la población en cadena nacional a cada rato, no es algo oculto ni se trata de ocultar tampoco. Está a la vista y al oído de todos. ¿Por qué extrañarse de las bravuconerías de los alcaldes? Más bien habían tardado tiempo en mostrar su mejor cara. Y la seguirán mostrando cada día más.

Hay que recordar que el socialismo-comunismo venezolano siempre buscó la dictadura del proletariado, entiéndase, la dictadura del secretario del partido. Que acá el partido no tiene secretario sino presidente. Así se seguirá mientras el partido y la unión perfecta sigan funcionando como la única organización de cooperación eficiente que existe. Los demás son solo individuos zumbando como moscas entorno a la miel.

Por eso los seguirán regañando y cuando no, les darán sus palazos. La zanahoria y el caballo y cuando haga falta el fuste. Así funciona esto. La masa debe y tiene que someterse, ese es su pobre destino. Ese es el legado que le han dejado. No lo había entendido, ese es otro problema. Que poco a poco se va corrigiendo, hasta que lo entienda.

Es el individuo frente al estado policial, a eso se ha reducido todo. No por casualidad sino porque así se ha ido construyendo tal relación. A veces planificada y a veces por puro azar. Pero la meta igual se ha ido cumpliendo. Aquellos llamados patrios solo eran retórica, y de la mala. La realidad es esta.

Todo el aparato y el funcionariado del estado se han convertido en el gendarme necesario. Porque no hay otra manera de que el estado se mantenga, es la única posibilidad que tienen de mantenerse en el poder. Diálogo, ¿eso con qué se come? Diría cualquier vecino de pueblo.

La palabra de la peinilla va por delante. A eso se ha llegado y en eso se permanecerá. Alcaldes más alcaldes menos eso no importa; todos son cooperantes del estado policial, de la represión y de cualquier otra cosa que se les ocurra. Para eso existe la unión es perfecta.

COMO EN COMALA

¿Vives en este andurrial? ¿En cuál? En este. No sé si puede decirse que se viva exactamente. Es más bien como un ir muriendo día a día, o noche a noche. Es como una subsistencia y ya eso es mucho decir. En verdad, creo que estamos más bien como en Comala, más bien muriendo sin saberlo o tal vez ya muertos y no nos hemos dado cuenta de que estamos muertos desde hace rato. Tal vez esto último sea más cierto.

Porque la vaina es que uno como que se acostumbra a casi todo. Ya nos hemos acostumbrado a la idea de que todo este estero es nuestro propio infierno, sea público o privado. Como ese cuadro del Bosco donde aparecen figuras extrañas y que uno está enterado y convencido de que así somos todos. Que estamos por entrar al purgatorio o ya viviendo en el infierno. Pero uno se acostumbra hasta a la desdicha sea propia o ajena, para eso existen el tango, los boleros y las rancheras.

Uno no sabe si vive muriendo o muriendo vive. No sé. Son ese tipo de cosas que en la vida se van colando por el albañal y uno piensa que está en el Paraíso y todavía de pendejo da gracias a Dios por las miserias que recibe, si es que recibe alguna. De veras que uno vive aquí como solo, como abandonado, en algo parecido a la incredulidad. No importa cuántas carcajadas oiga uno en la calle; la verdad es que  la desesperanza se corta como un queso grasoso. Sí, así es.

Entonces, debe ser que uno está como loco para llevar cada uno de estos días acuestas. Porque cuerdo no se puede vivir. Uno está atrapado en este tierral de fantasmas y de olvidos de Dios. Abandonados estamos en este purgatorio, que es desde hace rato infierno. No es normal, no lo es, que uno se encuentre andando solo. La idea es que uno se convenza que está acabado, que es chatarra humana, a punto de ser tirado al desaguadero. Esa es la idea, lo demás es baratura.

Con toda la vida por delante, cómo hace uno. Aunque ésta no sea mucha, manque sea solo un día nada más. Con eso basta. Pero vivir aquí se ha convertido en cumplir una condena, que le llegó de algún lado y todo el mundo sabe de donde. Eso creo que es estar loco, y no es buena idea. En creerse todas las mentiras que le dicen a cada rato. Pero al cuerpo, ese traidor, como que le gusta el sitio y le entran ganas de quedarse, mudarse para él es como querer molestarse.

Uno mira a la gente en la calle y se ve a la vista que tienen ganas y están a punto de irse a alguna parte. Solos, así no más. Sin mirar para atrás. Parece como que estuviesen paseando mientras oyen como se arranca a jirones la vida. Aunque por acá lo único que arranca es la miseria, de las esperanzas no se sabe nada. Todo está detenido, claro; pero eso de arrancar, no; nada arranca. Basta con decir que no estamos preparados para la nada. Ni los miserables están preparados para la miseria. Ni de lejos.

¿Qué ha sido de la vida? Oí gritar la otra madrugada desgarradamente. Fue un grito de medianoche y canto e gallo. Pero ¿para qué hace falta la vida cuando todo está muerto? No sé. Todo sigue o como si siguiera, mejor dicho. Todo parece vivo, pero más bien está como muerto.

El pobre, imagínese, no puede guardar ni rencor ni odio, porque son tantas las penurias en que vive que si no se lo gasta de una vez, a lo mejor le toca ir a empeñarlo para pagar alguna deuda pendiente. Así es el pobre, está obligado a gastarse lo poco que le llega y de una vez. Para que esperar para mañana, como si el mañana existiera. El pobre, como las bestias, vive el día a día; o como ahora dicen el aquí y ahora; como si se hubiesen inventando una nueva los tarados. Lo que pasa es que la vida se va desgajando como una margarita, así de sencillo.

Lo demás son invenciones para pasar los días distraídos o viviendo de mentiras. Por eso la gente se la pasa chafardeando, que más puede hacer con esa minusvalía de vida que lleva. Puede uno pensar que uno es muy valiente viviendo entre tanta decepción y ruina. Parecemos duros, pero no es así. Por eso hay quienes han decidido matarse a polvos, no les queda otra. Lo que deja paso a la imperfección y a la irrealidad.

Todo es desabrido. Qué es esta desmesura en que morimos. Todo es un vacío. Como si el mismo Azrael se hubiese apoderado de las últimas hilachas de aire que nos quedan. Tendremos que defender esas últimas hebras de vida y arrancárselas a dentelladas al arcángel de la muerte; porque hay que decir como Calamaro, dame un balde de agua o de arena o pásame el matafuego porque el incendio está cerca y no voy a quemarme sin antes pelear. Hasta el último momento habrá que hacerlo.

No queda otra. Muchas opciones hay, pero parece que en otro lugar. Vivir y morir se tienen bordadas en la boca, decida cada quien en cuál madeja quiere estar. No es mal sitio, que no sirvan los innombrables es algo que todo el mundo sabe. Cada quien vive su vida, cada quien su muerte. Cada quien en su Comala se levanta cada mañana, y cada noche se acuesta.

Difuntos y fantasmas andan en las calles. El barrio se pobló de soledad, de una tristeza de perro apaleado. No hay nada. Es un estero sin almas, siquiera. Así estamos, ya amaneció y se acabó la fiesta. Cada quien a lo suyo. Hasta aquí llegamos.  Ya no sabemos si amanece o anochece.

EN ESE PLAN

En verdad, sin que me quede nada por dentro, estaba parado en aquella esquina en plan de comemierda que no se  lo brincaba ni un venado, cuando te vi venir. Ya que estaba en ese plan de manera tan entusiasta me quedé a esperar que pasaras, así te podía echar una miradita de lo más vulgar y descarada, como decía la canción.

Hay días en que uno amanece así, en plan de esto o en plan de lo otro. Nunca se sabe que le depara Dios a uno para ciertos días. Pongamos por caso, uno prende el radio y ¡zas! ahí está el mismísimo, menos mal que por lo general lo hace por las tardes, te imaginas que se encadenara a las siete de la mañana. El día sería apocalíptico, por decir lo menos malo.

Así estaba yo pensando que Dios es bueno con quienes son buenos, pero que es mejor con quienes son malos. Claro eso en caso de que uno crea que existe una providencia divina que domina todo el universo, y dale a la paleta que uno se siente bien creyendo en ese cuento. Pero, la verdad, es que yo creo que no hay nada de eso. Creo que estamos aquí en este mundo con la intención de estar en algún plan, aunque sea el funerario. Qué es el que mejor nos viene a todos, ya que nadie siente envidia por eso.

Hay gente que dice que lo único seguro en toda esta galaxia es que para una taza de arroz son dos de agua. Claro, siempre y cuando el arroz y el agua sean de este planeta. Porque podría ser que en otro planeta o en otra galaxia, fuera de la mama láctea, esa medida no resulte cierta; creo que eso era lo que trataba de explicar Einstein en alemán, pero nadie le entendía. Para fortuna de él.

También hay otra cosa que podría ser cierta, aunque no del todo, el arroz con leche, solo puede ser tal si y solo si lleva leche. Suponiendo que todos estemos de acuerdo en semejante disparate. Por eso he terminado por creer que son más los ateos que los cristianos quienes leen la biblia; los primeros porque tratan de probar que Dios no existe; a los segundos, les da lo mismo si existe o no, con tal de que cumpla con todo lo que le piden eso ya es suficiente.

No era muy profundo lo que pensaba si es que pensaba en algo desde que estaba parado ahí. Además, pensaba que antes uno se amaba por lo que tenía en común, ahora que vivimos sin fe uno empieza a no creer en eso también, y por eso terminamos amándonos por lo que tenemos de diferentes y, peor aún, por las diferencias. Entre más diferentes más nos amamos. No es un axioma, pero podría llegar a ser algo parecido. Un axioma descabellado, pero no calvo.

Que lo insulten a uno por la escasa inteligencia, es algo que uno no puede negar de que no tengan razón. Incluso uno tiene que darles la razón; pues las dudas razonables solo existen en las películas donde todo se dice tan bien. En esta tierra hay mucha gente, y en esos me incluyo, en que nadie sabe qué uno está allí y por eso no pueden ir a buscarlo, uno no existe ni siquiera en una duda razonable. Es uno un bendito desconocido parado en cualquier esquina.

Mientras te veía caminar pensaba también que las palabras se acabaron cuando se acabó el poco conocimiento que tenía; ya nada ha quedado, todo se ha convertido en un desierto; el desierto crece decía el mostachudo y tenía razón el muergano. Es una sensación extraña esa del desierto. No se trata nada de eso de estar perdido; no, nada de eso. Es otra cosa, como si se hubiese pasado la página y ahora todo está en blanco; pero la anterior página también, es algo medio desconocido y dijo medio porque algo se conoce. Será por eso que Dios no ayuda a nadie, en eso tiene razón.

En eso me percaté que tenía rato mirándote venir y que en esos ojos que no conocía solo había tristeza, que estaban más tristes que un jilguero. Luego te vi  tragar grueso y que traías un nudo en la garganta; y de pronto apareció, no sé de dónde, entre tus pestañas una lágrima como el Mar Caribe. En ese mismo momento me invadió el vacío y caí de pronto en cuenta de que algo iba mal, empecé a cubrirte el pensamiento de flores y a disculparme de que en la víspera hubiese salido el sol.

Convine que ante aquel llanto no había razón de que el sol siguiese alumbrando con tal intensidad y más apretado de lo debido. Podría estrangularme con él. Detesta uno sentirse así ante el llanto de quien no conoce. Sin poder reconocerse en esos ojos de lluvia, como si ya no fuésemos amigos. Pero ahora lo único que percibía, parado en aquella esquina, viéndote venir era esa creciente orfandad de todos juntos.

Le hubiese dicho algún requiebro de amor, pero en vez de eso le dije: si quieres rezar vamos a hacerlo; no sé porque le dije eso, a mí que me consume el ateísmo sin Dios. Será por aquello de que estamos listos desde que Dios murió porque lo mató aquel alemán de bigote. Nos arrodillamos y rezamos a Dios para que nos ayude, tal como lo desea la humanidad. Me arrodillé e intenté que me imitara, pero ella se quedó en pie y se apartó. Todavía de rodillas delante de ella, miré la calle. No pasa nada, esto es mucho más importante que llegar temprano a donde vamos.

Porque como decían Pablo y Juan, todo lo que necesitas es amor. Porque no hay nada que puedas saber que no se sepa; ni nada que puedas ver que no se haya visto; ni ningún lugar a dónde puedas estar que no sea donde ya tenías que estar. Se  lo dije en mi mejor versión de los Beatles. El caso es que recordé que yo no tenía ninguna respuesta que dar, y nadie tiene respuestas para aquellos que la necesitan.

Pero reconozco que preguntas sí tengo, pero eso es otra cosa. Y quién necesita preguntas en este mundo, creo que nadie. La gente quieres respuestas, no sé porqué. Pero es así, solo las respuestas tienen valor. Ahora esas respuestas que la gente quiere deben de venir de algunas preguntas que antes se hicieron. Porque para que haya respuestas debe haber habido preguntas. Preguntas olvidadas, como aquellas lágrimas sin sentido que rodaban por tus cachetes en aquella calle y en aquella esquina donde yo estaba parado en ese plan.