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Los socialistas-comunistas venezolanos no saben distinguir la gama cromática, son incapaces de hacer tal cosa porque para éstos el mundo solo es blanco o negro. De allí que sean individuos tan obtusos, aunque acostumbran a venderse como sujetos liberales. Pero no es así.
Si a uno de estos socialistas-comunistas se le dice que la situación está jodida, que este gobierno está inaguantable; lo único que puede decir el susodicho «es qué si ahora se va a poner a apoyar a la oposición». Si es un bobalicón de los revolucionarios de nuevo cuño, saldrá y dirá «que uno es un fascistas, un vendepatria» y todas esas sandeces que les inculco su líder eterno, que por cierto cada día está más en el olvido.
La carencia de un pensar crítico por parte de estos socialistas-comunistas viene de su militancia partidista. La cual comienza con el adoctrinamiento que les come el coco, y ellos felices porque están sirviendo a una causa mesiánica, que salvará al mundo de las garras «del imperio, del capitalismo» y de todas esas babosadas que repiten hasta el cansancio.
Se convierten en sujetos ciegos, para ellos solo hay dos posibilidades: ellos salvadores del mundo y los otros que son sus enemigos. Son unos pobres sujetos políticos, limitados hasta más no poder. El adoctrinamiento y la disciplina política, que es solo sumisión a otro individuo, los hace individuos dóciles y maleables. Unos don nadie que solo sirven para recibir órdenes y repetir la misma cantaleta todos los días.
Si no fuesen tan perversos darían risa, como dice la canción. La ceguera política los hunde en su propio lodazal, y de éste son incapaces de ver salidas posibles. El credo político no les permite la más mínima reflexión, la más mínima opinión propia. Son unos sacos vacíos llenos de ecos, por eso repiten lo que sus mandamases le dicen y les inculcan. Son meros repetidores de un credo. Por eso la diferencia entre los partidos socialistas-comunistas y las sectas religiosas no es mucha.
Tales militantes políticos son solo eso, unos sectarios intransigentes, aduladores de sus amos políticos. Además, son arrogantes porque piensan que la salvación de la humanidad está en sus manos. Que ellos tienen la Verdad (con mayúscula). No cualquier verdad, sino la verdad revelada por su doctrina política. Esa es la razón, por la cual cuando llegan al poder jamás de los jamases lo entregan, para ello recurren a cualquier método: la sumisión, la coerción, la ilegalidad económica. Solo les importa perpetuarse en el poder.
Son turbios en su pensar. Ellos y solo ellos poseen la regla para medir a todo el mundo, y quien no esté en su medida es su enemigo. Amigo o enemigo, blanco o negro. Para ellos solo existen los extremos. Algo de paranoicos deben ser. Y así hacen su política bastarda. No hay consulta, solo órdenes desde los más altos cargos. Y por qué van a consultar, si tienen la verdad.
Estos socialistas-comunistas, por lo general, son unos asalariados del mismo Estado que critican y al cual quieren derrotar. Cuando no son meros parasitarios de las prebendas de presupuestos de otros países y organizaciones. Dinero que casi nunca es muy limpio. Jamás, porque son incapaces e inútiles, montan una empresa o negocio para mejorar a los obreros, eso no está en sus ideas. Porque quieren vivir a expensas del Estado.
Son un engaño, una falsedad. Viven de la mentira política, porque eso da buenos frutos. Son borregos y creen que son los demás quienes lo son. Viven en una contradicción. Le gusta la democracia y la libertad para hacer sus fechorías. Pero luego en el poder le niegan cualquier protesta a la población, cualquier intento de decir algo.
Son carroñeros, revuelan entre los desperdicios que van esparciendo a su paso. No admiten ninguna opinión contraria y se la dan de amplios, pero son cerrados como una ostra. Y eso porque solo pueden ven en blanco o negro, ni siquiera admiten los dos tonos. Son una cerrazón ideológica, la pura negación de cualquier otra postura política.
Cuando están en posiciones débiles se disfrazan de demócratas, pero al asumir alguna posición de poder la vena autócrata aparece inmediatamente. Pues esconden que ellos no buscan la libertad, ni creen en el pueblo al que tanto mientan. Solo creen en la dictadura que impone el partido desde la más alta esfera, por eso son serviles.
Se disfrazan de liberales cuando, en verdad, son conservadores. Y de un pensamiento lineal, que sigue las directrices de quienes los mandan y les ordenan. No gustan de la gama de matices ni de colores. Cualquier diferencia de pensamiento es tildada de revisionismo, es otra cosa que no les gusta. Nunca revisan sus postulados, con ellos mueren y se sienten orgullosos de ser intransigentes.
Decir blanco o negro es decir mucho, tal vez esta disyunción sea demasiado para un pensamiento tan totalitario. Tal vez, para es solo un solo tono negando todo los demás.