ALCALDE MÁS ALCALDE MENOS

Los alcaldes bolivarianos y revolucionarios, aunque posiblemente esto debe ser una redundancia, están entendiendo, como buenos entendedores, que está en sus manos que el estado policial y sometedor debe extenderse y derramarse hasta en sus predios, porque de lo contrario podrían perder el buen visto del máximo líder.

De allí que la actitud estalinista que han mostrado en estos días, uno en oriente y otro en los llanos centrales, es la evidencia que hemos llegado a la unión perfecta entre el sometedor y el sometido. No se puede seguir aparentando ser demócrata cuando nunca se ha sido, ni se ha pretendido ser.

Que un alcalde haya amenazado a los maestros que protestaban o protestan a que renuncien es un buen augurio; lo mismo que el otro haya llamado al periodista para decirle que se someta o irá por él es otro buen augurio de la unión perfecta que se está encarnando en el espíritu revolucionario, porque de solo espíritu no se vive.

Una renuncia masiva de docentes no se dará, no porque no le tengan miedo al alcalde y a la represión del estado nacional, sino porque de que van a comer si los docentes piensan que estando en una nómina los mantiene activos y que algo pueden llevar para la casa, aunque en verdad no lleven nada.

Hay que agregar que ahora no hay sindicatos que los defiendan; lo mismo le pasa al periodista, creo que éste está más solo aún. Cuando Chávez Frías desmanteló los sindicatos, hizo lo mismo que Margaret Tatcher, pero por motivos diferentes. La Primer Ministra lo hizo por asuntos económicos, el difunto para acumular todo el poder posible en su persona y arrasar cualquier intento de que algo o alguien pretendieran disputar su poder máximo.

La desaparición de los sindicatos parecía una buena opción por los muchos desmanes que éstos habían cometido. A la larga, al descorrerse el velo nos hemos dado cuenta que ahora no hay gremios, no hay sujetos colectivos que puedan movilizar los malestares sociales de la población, y este fue el verdadero motivo de que Chávez Frías desmantelara todo el aparato sindical venezolano.

Como ya el pueblo había llegado al poder ¿para qué necesitaba de esos mecanismos? Todo el poder para el salvador del pueblo, esa fue la consigna. Ahora resulta que los docentes y cualquier otro trabajador no tienen ni representantes ni representación alguna. Son huérfanos políticos. Cada protesta es una individualidad y como tal es fácil de someter.

El estado revolucionario y sometedor ha aplicado conscientemente la dialéctica del amo y el esclavo. El esclavo tiene miedo de protestar, de decir algo porque sabe que sobre él pesa la represión y la muerte. Prefiere mantener la poca vida que le queda, que es lo único que tiene, a arriesgarse a ir más allá. Y tiene razón, porque lo sabe en carne propia. No lo está inventando.

Que el alcalde sea un totalitario en las parroquias que conforman su municipio no sorprende a nadie. El terror se derrama de manera vertical y se aplica de manera horizontal. Esta es una verdad que cada día se palpa más. Las actitudes de los alcaldes no son ningunos exabruptos ni actitudes destempladas. Por el contrario, son algo normal, parte de la cotidianidad nacional. La forma actual de vivir.

Que el autócrata encarna la política, eso está a la vista. Es algo evidente. Que a unos maestros o docentes se les diga lo que se les digo, es algo que debe ocurrir en la normalidad política nacional como una obligación. O que al periodista se le haya amenazado a que se meta en el carril es otra muestra de normalidad. El estado policial llegó para quedarse. Es la actual consigna presidencial.

En eso no hay nada extraño. Incluso se lo dicen a la población en cadena nacional a cada rato, no es algo oculto ni se trata de ocultar tampoco. Está a la vista y al oído de todos. ¿Por qué extrañarse de las bravuconerías de los alcaldes? Más bien habían tardado tiempo en mostrar su mejor cara. Y la seguirán mostrando cada día más.

Hay que recordar que el socialismo-comunismo venezolano siempre buscó la dictadura del proletariado, entiéndase, la dictadura del secretario del partido. Que acá el partido no tiene secretario sino presidente. Así se seguirá mientras el partido y la unión perfecta sigan funcionando como la única organización de cooperación eficiente que existe. Los demás son solo individuos zumbando como moscas entorno a la miel.

Por eso los seguirán regañando y cuando no, les darán sus palazos. La zanahoria y el caballo y cuando haga falta el fuste. Así funciona esto. La masa debe y tiene que someterse, ese es su pobre destino. Ese es el legado que le han dejado. No lo había entendido, ese es otro problema. Que poco a poco se va corrigiendo, hasta que lo entienda.

Es el individuo frente al estado policial, a eso se ha reducido todo. No por casualidad sino porque así se ha ido construyendo tal relación. A veces planificada y a veces por puro azar. Pero la meta igual se ha ido cumpliendo. Aquellos llamados patrios solo eran retórica, y de la mala. La realidad es esta.

Todo el aparato y el funcionariado del estado se han convertido en el gendarme necesario. Porque no hay otra manera de que el estado se mantenga, es la única posibilidad que tienen de mantenerse en el poder. Diálogo, ¿eso con qué se come? Diría cualquier vecino de pueblo.

La palabra de la peinilla va por delante. A eso se ha llegado y en eso se permanecerá. Alcaldes más alcaldes menos eso no importa; todos son cooperantes del estado policial, de la represión y de cualquier otra cosa que se les ocurra. Para eso existe la unión es perfecta.

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