UNO NO SE LLEVA NADA

La expresión “uno no se lleva nada” aunque es muy popular es absurda. La misma está referida al hecho de morir. La gente ante el acto absurdo de la muerte dice: “uno no se lleva nada, ni la casa, ni el carro, nada…”

Cuando uno muere no va para ningún lado. Queda en el sitio y ya. Es un mero cuerpo muerto.

Pero, predomina la ilusión que uno va al morir va para al sitio, sea celestial o infernal. Eso poco importa para el cuerpo, pues éste sigue ahí en su carencia de vida.

La expresión, además, es confusa. Confusa porque uno no sabe cuál es la intención de la misma, ni que estado de ánimo la genera. Podríamos  especular que es una frase de resentimiento antes aquellos que sí poseen bienes materiales, y queremos sacarles en cara que en la muerte todos nos igualamos en no tener nada.

Queremos justificar nuestra pobreza o nuestra carencia de bienes materiales con tal expresión, alegría de tísico diríamos. Porque nada cambia la condición de morir.

O podemos especular que es una frase de resignación, ya que pobre o rico de todas maneras morimos. No podemos cambiar lo ineludible.

Pero más allá de eso, lo interesante es la esperanza que guarda la frase. Porque quien la dice está convencido que él va o está destinado a ir a un lugar después de morir. Vida después de la muerte. Donde nadie tiene nada.

Porque ese “no nos llevamos nada”, da la impresión que uno se está mudando de un lugar a otro. Todavía queda ese consuelo ante el hecho de morir. «Voy para un lugar, sin nada; pero voy».

Predomina la dualidad cuerpo-alma, que algún babilonio o egipcio o hindú se inventó hace muchos siglos atrás. La posibilidad de seguir viviendo en un lugar que no sabemos dónde es. Es vana ilusión.

Somos un cuerpo que muere. Ahí termina la historia.

No vamos para ningún lado. A menos que lleven el cuerpo al cementerio o al incinerador. Tengamos bienes materiales o no, morimos. Si disfrutamos o vivimos infelices, morimos. Si fuimos a fiestas o no, morimos. Así de simple.

La esperanza de un más allá puede ser una idea bonita; pero solo es eso, una idea.

La muerte es un concepto humano; para el resto de las especies es solo un morir, aunque perciban la muerte.

DEAR CONSTANCE

Although it rains today, I have been affected without your joy, without your rain and without your happiness. There is no longer any age or hopscotch where to jump, the night has become alien to me, without splinters or memories. There are only gray dawns. I stay here. I no longer look at you in the mirrors or in the showcases. I don’t argue anymore, because I’m speechless. Banished from your heart in a Santa Elena for no reason. I no longer shout your name in the streets of our neighborhood.

Everything has been silent, even your pants have remained silent. I didn’t want to dress for Sunday, I didn’t want anything. I stayed there, just there. Without any letter. Nor your smell of beer between midnight kisses. I no longer find you, although I look for you without a compass and without a north. I only wander south of the memory of your navel. Not even the mornings are left, everything has been diluted. No hearts, no loves and no bars.

I have absences at the altar of your heart. I am consumed in flames without tears. I missed the schedules, as I missed the afternoons. In one of those wanderings my soul went out of tune, what was left of it. Forgive me if I have left you nothing and yet I have left you everything.

Dear Constanza, she stopped writing to you. Perhaps this is the last line of a love that I write to you. I have to say goodbye as lovers say goodbye who are never going to see each other again. I hold my breath and hold out my hand to see if I touch yours in the distance. They are days without seas, any mid-afternoon. A flower fell on the sidewalk and nobody could pick it up. I have sat in that corner where the sunlight gave to warm me. My Constance. I don’t know how to say goodbye. I don’t know if there is any word to say it. Farewell is a sad act. I don’t know whether to sit down, walk or just look into the distance until my eyes dry in the sunshine of absence. There are no words.

ESTIMADA CONSTANZA

Aunque hoy llueve, me he quedado damnificado sin tu alegría, sin tu lluvia y sin tu felicidad. Ya no hay edad ni rayuela donde saltar, la noche se me ha hecho ajena, sin astillas ni recuerdos. Solo hay amaneceres grises. Quedo aquí. Ya no te miro ni en los espejos ni en las vitrinas. Ya no discuto, porque me he quedado mudo. Desterrado de tu corazón en una Santa Elena sin razón. Ya no grito tu nombre en las calles de nuestro barrio.

Todo se ha callado, hasta en silencio se han quedado tus pantalones. No quise vestirme de domingo, ni nada quise. Me quedé ahí, solo ahí. Sin ninguna letra. Ni tu olor a cerveza entre los besos de medianoche. Ya no te encuentro, aunque te busco sin brújula y sin norte. Solo vago por el sur del recuerdo de tu ombligo. Ni las mañanas quedan, todo se ha diluido. Sin corazones, ni amores y sin bares.

Tengo ausencias en el altar de tu corazón. Me consumo entre llamas sin lágrimas. Se me perdieron los horarios, como se me perdieron las tardes. En uno de esos extravíos se me desafinó el alma, lo que quedaba de ella. Perdoname si a vos no te he dejado nada y, sin embargo, te he dejado todo.

Estimada Constanza, te dejo de escribir. Tal vez esta sea la última línea de un amor que te escribo. Tengo que despedirme como se despiden los amantes que ya nunca se van a volver a ver. Contengo la respiración y tiendo mi mano para ver si en la distancia toco la tuya. Son días sin mares, una media tarde cualquiera. Una flor cayó en la acera y nadie la pudo recoger. Me he sentado en aquel rincón donde daba la luz del sol para calentarme. Constanza mía. No sé cómo se dice adiós. No sé si existe alguna palabra para decirlo. Es la despedida un acto triste. No sé si sentarme, caminar o solo mirar a lo lejos hasta que los ojos se sequen en la resolana de la ausencia. No hay palabras.

LE CUMARAGUA

Dove sono le Cumaragua del tuo amore. Forse si sono persi in qualche angolo di Parigi. Le rosee lacrime del tuo amore sospirano, forse, per il mare in qualche piazza che anela al sole dei Caraibi.

Dimmi, cos’è successo a quella schiuma che ha leccato il tuo corpo di carta. Dove hai sognato un altro mondo simile a questo. Il bacio salato che sfiorava la tua pelle di muschio in ogni tramonto di fuoco; mentre il sudore di un altro corpo percorreva la tua indomita geografia.

Là dove ci sono spine e cardonales. Tutto selvaggio come il tuo amore in calore. Forse hai dimenticato la tua passeggiata verso il mare.

Là, in piedi a guardare il mare e non ti vedo. Sei forse partito? Quale amore ora mortifica la tua memoria. Qui tutto è luce. Luce violenta e implacabile. Non c’è possibilità di un tono misurato, né nell’amore né nel desiderio.

Guardami come sono a torso nudo, che anche il sole è entrato nella mia pelle. Con la violenza del mare ci volevi amare di nuovo, ma il sole è triste.

La tua bocca che sa di dati, che sa baciarla salata e calda.

THE CUMARAGUAS

Where are the Cumaraguas of your love. Perhaps they have been lost in some corner of Paris. The rosy tears of your love sighs, perhaps, for the sea in some square that yearns for the sun of the Caribbean.

Tell me, what happened to that foam that licked your papery body. Where did you dream of another world that looked like this one. The salty kiss that grazed your musk skin in each sunset of fire; while the sweat of another body ran through the indomitable geography of yours.

There where there are thorns and cardonales. All wild like your love in heat. Perhaps, you have forgotten your walk towards the sea.

There, standing looking out to sea and I don’t see you. Did you perhaps leave? What love mortifies your memory now. Here everything is light. Violent and relentless light. There is no possibility of a measured tone, neither in love nor in longing.

Look at me how I’m shirtless, that even the sun has gotten into my skin. With the violence of the sea you wanted to love there again, but the sun there is sad.

Your mouth that tastes like data, who can kiss it salty and hot.

LAS CUMARAGUAS

Dónde están las Cumaraguas de tu amor. Acaso se han extraviado en alguna esquina de París. El lagrimear rosado de tu amor suspira, acaso, por el mar en alguna plaza que añora el solear del Caribe.

Decime vos, que ha sido de aquella espuma que lamía tu cuerpo de papelón. Dónde soñaste con otro mundo que se pareciese a éste. El beso salado que rozaba tu piel de almizcle en cada atardecer de fuego; mientras el sudor de otro cuerpo recorría la geografía indómita del tuyo.

Allí donde hay espinas y cardonales. Todo salvaje como tu amor en celo. Acaso, has olvidado tu caminar hacia el mar.

Allí, parado mirando hacia el mar y no te veo. Te fuiste acaso. Cuál querencia mortifica tu recuerdo ahora. Acá todo es luz. Luz violenta  y sin tregua. No hay posibilidad de un tono mesurado, ni en el amor ni en la añoranza.

Mirame como ando de descamisado, que hasta el sol se me ha metido en la piel. Con la violencia del mar quisiste volver amar allá, pero el sol allá es triste.

Tu boca que sabe a dato, quién la puede besar salada y ardiente.